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El patito feo de la economía Un filón de oro en abandono

José Santiago Healy

Luis Ernesto Derbez nunca las entendió. Fernando Canales está más preocupado en salvar su imagen y a la industria nacional a la que debe su cargo. Vicente Fox las conoce muy bien pero ya no están en sus prioridades. Ernesto Ruffo prefirió irse a sus negocios privados antes que seguir soportando a la burocracia capitalina que no entendía razones.

El caso es que las maquiladoras mexicanas que llegaron a su clímax en el año 2000 con una oferta de 1,334,000 empleos entraron en un peligroso tobogán que acumuló en casi tres años la pérdida de 252 mil empleos, es decir un 20 por ciento de las fuentes de trabajo que tanto esfuerzo y tiempo costó construir.

Lo grave del asunto es que las causas del estancamiento del sector maquilador en México pasaron de ser externas a internas y para no ir muy lejos atañen a la esfera gubernamental.

La recesión de Estados Unidos prácticamente ha concluido y las compañías internacionales comienzan a retomar sus planes de crecimiento en nuevas inversiones o en ampliación de sus plantas, pero prefieren otros países antes que el nuestro.

Sucede que México sigue dormido en sus laureles y cree que por el Tratado de Libre Comercio y por la cercanía geográfica, las inversiones de Estados Unidos fluirán alegremente a la frontera y al interior del país, tal como ocurrió de 1995 al 2000 cuando otras eran las condiciones y otros los competidores.

Como suele suceder el Gobierno mexicano vio a las maquiladoras como una suculenta fuente de ingresos y procedió a quitarles ventajas fiscales y les aplicó sin ningún sentido las complicadísimas leyes mexicanas.

Un alto directivo de un grupo maquilador declaró recientemente que para ellos “la competencia no es China ni ningún otro fabricante sino el fisco y el Gobierno en todas sus formas, especialmente el IMSS”.

Para darse una idea del grave daño que representa el retroceso de la industria maquiladora basta señalar que en los últimos cuatro años la baja en la derrama económica por sueldos ascendió a cerca de 1,000 millones de dólares con la pérdida de 252 mil empleos.

Fueron 310 las empresas que se fueron de México para llegar a un total de 3,229 maquiladoras en este momento. ¿Cuántas familias sufrieron la pérdida de un buen empleo y cuántos proveedores de equipos, naves industriales, alimentos y otros servicios se quedaron sin un cliente estrella como es la maquiladora?

Más preocupante todavía es que el ejemplo de China en lo que se refiere a incentivos fiscales, facilidades aduaneras y otros apoyos, ha sido imitado por países tan cercanos como El Salvador, Guatemala, Honduras y Brasil en donde sus gobiernos reciben a la maquiladora con alfombra roja y fanfarrias.

En cambio en México a este sector lo consideran todavía como un mal necesario y prácticamente indeseable. Según Ernesto Ruffo en la capital mexicana los funcionarios federales ven a las maquilas como explotadoras de trabajadores y no reconocen los recursos y esfuerzos que destinan para desarrollar a miles de profesionistas.

Hasta el mes de junio los estados más afectados por la caída del empleo en este sector fueron Baja California con 74,485 empleos perdidos desde el inicio del sexenio de Vicente Fox, mientras que en Chihuahua la baja fue de 70,811 empleos. En Sonora la caída fue de 38,623, en Tamaulipas de 22,218, Nuevo León 18,105, Puebla 13,755 y Yucatán la reducción fue de 7,187 empleos.

Si Vicente Fox fuera agresivo y quisiera recuperar el crecimiento de la industria maquiladora bastaría con voltear a ver las condiciones que China y otros países de América Latina ofrecen a los inversionistas para aplicarlas en nuestro país.

Las principales desventajas para invertir en México en comparación con China son las siguientes: elevados costos de producción, energía eléctrica más cara, demasiado papeleo con el TLC y leyes fiscales difíciles de aplicar y entender.

Los chinos ofrecen en cambio mano de obra baratísima, abundante y cada vez más calificada, además de incentivos fiscales y reducidos costos de producción. Prometen además que los sueldos no subirán durante varios años.

Si por orgullos mal habidos o por estupidez política seguimos en México sin incentivar a las maquiladoras, no pasará mucho tiempo para que las zonas fronterizas del Norte se queden despobladas y regresemos a los años cincuenta y sesenta cuando la actividad económica se concentraba en el comercio y el contrabando.

Basta considerar que en los últimos dos años se perdió casi el 40 por ciento de los empleos generados por las maquiladoras de 1995 al 2000 para darnos cuenta que el problema no es pasajero ni coyuntural y que amerita acciones y reformas de fondo para enfrentarlo.

Ya veremos si Fox y su equipo de colaboradores tienen tiempo y voluntad para llevarlo a cabo.

El autor es licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana con maestría en Administración de Empresas en la Universidad Estatal de San Diego. Comentarios a josahealy@hotmail.com

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