EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

El plan defensivo del señor Letona/Hora Cero

Roberto Orozco Melo

La guerra Estados Unidos-Iraq trae de cabeza a los intelectuales del mundo, cuya adhesión a la convivencia pacífica de los seres humanos ha sido conocida siempre, mas nunca escuchada por los estadistas que perpetran, provocan y sostienen las conflagraciones bélicas. Éstos, como el Gabino Barreda del corrido mexicano, no atienden razones andando en la borrachera (del abuso de poder)...

Algo así imaginaría el ilustre literato y orador coahuilense don José María García de Letona cuando, el 28 de febrero de 1914, redactó y firmó el volante titulado “Capítulos de un plan de defensa nacional contra una posible invasión norte-americana” El gobierno de Estados Unidos —­­nuestro conocido Woodrow Wilson era presidente­­ había ordenado la invasión del territorio mexicano por aire, mar y tierra, para cobrar el agravio de Francisco Villa en su incursión al poblado de Columbus, cercano a la frontera.

Jamás dieron con él. Harto conocía Villa la Sierra Madre Occidental que ampara al estado de Chihuahua, pues la recorrió durante su época de bandolero para esconderse de las fuerzas del porfirista Terrazas. El general Pershing, enviado a su persecución, rindió un fracasado parte a la superioridad estadounidense, que ya había encañonado, desde sus barcos de guerra, al heroico puerto de Veracruz.

En aquellos días circuló en Saltillo un panfleto supuestamente signado por uno de los generales más famosos de la guerra contra el imperio de Maximiliano, Francisco Naranjo, el cual aconsejaba a los mexicanos para cometer suicidio colectivo antes de someterse a la violencia del invasor. García de Letona se indignó, embargado de patriotismo, a pesar de que ya se advertían extravíos en su antes lúcida razón, y respondió a los detractores de Naranjo con otro volante, éste sí firmado con todas las letras de su nombre propio.

Las recomendaciones del plan estratégico son nueve. Las conocimos gracias a que en 1983 fueron decorosamente publicadas en la Biblioteca del Cronista de Saltillo, Armando Fuentes Aguirre, con un artículo de don Artemio de Valle Arizpe a guisa de prólogo; y nos parece interesante dar corta y libre noticia de ellas, con omisión del discurso literario que las precede. Hélas aquí:

1o.- Establecer corrientes de simpatía entre la gente culta de Méjico y de Estados Unidos, especialmente entre los periodistas y literatos de ambas naciones, “a fin de que los estadounidenses desenmascaren a los infames fariseos de la Standard Oil Company ante el pueblo norteamericano y hagan patentes los criminales manejos de este monstruoso pulpo de las finanzas”.

2o.- Si este procedimiento, altamente diplomático, no diere resultado, iniciar un armisticio entre los revolucionarios mexicanos de todos los partidos, que dure lo que la amenaza contra la independencia de la Patria, y así todos lucharán contra el invasor en vez de matarse unos con otros;

3o.- Celebrar una alianza ofensiva y defensiva con el Japón, cuyo pueblo es el que más semejanza presenta con la mayoría de los habitantes de la República Mejicana, a fin de que mande en nuestra ayuda cien mil veteranos de la guerra con Rusia. Esos 100 mil combatientes, por su pequeña estatura y la rapidez de sus movimientos corporales, equivaldrían a 200 mil unidades de combate, dada la pesadez y corpulencia de los soldados norte-americanos;

4o.-Fomentar, por todos los medios razonables, el generoso y nobilísimo movimiento iniciado en Río de Janeiro, secundado en la Argentina y aprobado en Chile, por eminentes personalidades del mundo de las letras. Letona valuaba esta cooperación en cien mil unidades de combate, cuando menos.

5o.- Festinar la electrificación de los alrededores de Monterrey, Saltillo, Linares, Matehuala, etc, y hacer lo mismo en Méjico, Puebla, Orizaba, etc., para que las fuerzas invasoras se electrocutaran fatalmente al aproximarse a ellas.

6o.- Poner en pie de guerra a 300 mil hombres y armar con potentes bombas de mano a 150 heroicas soldaderas ­­¿una para cada dos soldados?­­ que los acompañarán para que éstas, por la poca sospecha que despertaría su sexo, se sitúen en los puntos prominentes y siembren el exterminio en las filas enemigas. Dados el conocimiento del terreno, la estatura pequeña, la movilidad y demás virtudes que adornan a nuestros admirables soldaditos (sic) esto equivaldrá a 900 mil unidades más de combate. Ante este millón y 200 mil soldados, qué podrían hacer los 500 mil que los Estados Unidos enviarán a nuestro territorio?

7o.- Ir preparando grandes cultivos del insecto propagador de la fiebre amarilla, a fin de que al desembarco norteamericano en nuestras costas se distribuyen en sus campamentos dentro de jaulitas que se abran al mismo y oportuno tiempo. Tal vez morirán algunos nacionales, pero parece que los costeños ya están inmunes contra el microbio de la fiebre amarilla.

8o.- Proceder a inmunizar a los habitantes del campo con el virus antirrábico de Pasteur. Luego inocular la rabia a todos los perros corpulentos de las rancherías por donde se suponga van a pasar los gringos. Así, al salir sus soldados a satisfacer ciertas necesidades corporales, serán atacados por la jauría rabiosa, y ellos contagiarán a sus compañeros. Y...

9o.- Rentar o comprar al Conde Zeppelín un grupo de globos dirigibles para bombardear a los soldados norteamericanos en los cañones de nuestra arisca geografía hasta llegar a Wall Street y al Capitolio de Washington “focos de donde emanan muchas calamidades que ahora nos afligen”.

Este fue el desmesurado plan propuesto por un afligido José María García de Letona, a quien nuestros pocos lectores no escatimarán, al menos, el estímulo de una amable sonrisa y un gesto de comprensión humana.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 26139

elsiglo.mx