El Prestige fue un viejo barco petrolero con bandera de Bahamas que desde 1999 no pasaba ninguna revisión técnica para saber su estado de confiabilidad y que a pesar de ello pretendía transportar 77,000 toneladas de petróleo desde Letonia hasta a Gibraltar pero terminó hundiéndose frente a las costas de la región gallega en España un aciago día de tormenta el 13 noviembre de 2002.
Pero el del Prestige fue más que un simple naufragio de los muchos que le han dado su tétrico nombre en portugués a la ?Costa da Morte?.
En contra de lo que suponía su prestigioso nombre ese viejo barco petrolero provocó una verdadera catástrofe económica y ecológica, se tornó asimismo en una pesadilla para el gobierno español y para el Partido Popular a las puertas de unas elecciones importantes.
Y fue la mayor crisis de los 14 años de Manuel Fraga Iribarne del propio Partido Popular al frente del ejecutivo de la Comunidad Autonómica de Galicia. El desastre petrolero del Prestige, dejó durante meses sin faena a miles de marineros y mariscadores de la primera región pesquera de la Unión Europea.
Salvamento Marítimo rescató a sus 27 tripulantes, mientras el barco escupía una mancha de crudo de cinco millas marítimas de longitud. Sin embargo ésas fueron tan sólo las primeras toneladas. Un año después, las cifras oficiales certifican que el Prestige derramó sobre las costas de Galicia y el Cantábrico, hasta la Bretaña francesa y el litoral meridional del Reino Unido, un total de 63,000 toneladas de petróleo.
Para darnos una idea de la magnitud de este terrible problema cabría comparar esas cifras con las del desastre provocado por el famoso Exxon Valdez, hundido en Alaska en 1989 con un vertido de 50,000 toneladas; el Érika, naufragado frente a la costa francesa en 1999, dejó escapar ?sólo? 10,000 toneladas; el ?Mar Egeo?, hundido también frente a la costa gallega vertió 70,000 toneladas de crudo en la boca del puerto de La Coruña en 1992, con afectaciones muy superiores a las constatadas en ese último caso.
Ahora bien a un año de ese desastre la revisión de los hechos en perspectiva resulta bien interesante: Desde el punto de vista económico desde luego que el costo multimillonario de la limpieza de los mares y de las playas no ha podido ser sufragado ni por la empresa naviera, ni por el gobierno gallego, ni inclusive por el español.
El desfalco a las tesorerías de esos entes ha sido muy importante y las acciones judiciales para tratar de resarcir los daños que sean posibles, están siguiendo su curso.
Políticamente el Partido Popular siguió gobernando en Galicia a pesar de que hace un año se hubiera apostado doble contra sencillo a que el hundimiento del Prestige acarrearía el hundimiento del gobierno de Fraga. El Partido Popular ha salido bien librado en las elecciones a las que ha concurrido a pesar de que el PSOE centrase sus críticas en este tema. Pero sobre todo la limpieza de la costa afectada, realizada por parte de miles de voluntarios llegados desde muy diversas latitudes en ese invierno del 2002, es un aliciente maravilloso de lo que la fuerza de la unidad puede llegar a hacer: En tiempo récord sanearon toda la zona que presagiaba desastre a ser sufrido por mucho tiempo.