Pekín (EFE).- El sueño de la conquista del espacio, que compartieron Estados Unidos y la URSS y se apagó con el fin de la guerra fría, renace con el anuncio hecho hoy por China del envío de su primer astronauta en el segundo semestre del año.
Con EEUU centrado más en proteger su cielo que en surcarlo, y una Rusia que no puede ya permitirse económicamente gestas espaciales, surge una China que va a utilizar el cosmos con el mismo fin propagandístico que Moscú y Washington en los años 50 y 60.
El director de la Agencia Espacial de Shanghai, Yuan Jie, anunció hoy a la prensa que China ha acelerado su programa espacial, iniciado en 1992, y enviar la primera nave tripulada, el "Shenzhou V" ("Bajel Espacial V") en la segunda mitad de este año.
Yuan hizo el anuncio tras regresar de la desértica provincia de Gansu, en el noroeste de China, donde el pasado martes asistió al lanzamiento de la cuarta nave espacial del país, el "Shenzhou IV".
Si el lanzamiento tiene éxito, China se convertirá en el tercer país capaz de enviar un astronauta al espacio, tras la extinta URSS que consiguió mandar a Yuri Gagarin en 1961 y EEUU, a John Glenn en 1962.
El programa espacial chino va, al parecer, más rápido de lo previsto, pues sus responsables en principio pensaban enviar astronautas como pronto en 2005, pero han cambiado drásticamente de idea.
El primer astronauta chino -o el primer grupo de ellos- procederá de un destacamento del Ejército Popular de Liberación cuyos soldados han sido entrenados para ello en los últimos años.
El comandante del grupo, Shu Shunagning, dijo que sus hombres "están ya entrenados para tripular una nave espacial" y pronto algunos de ellos podrán convertirse en "taikonautas" (palabra con la que la prensa apoda a los cosmonautas chinos, ya que "taikong" significa "espacio" en mandarín).
Los expertos de China aseguran que la complexión del chino medio, de baja estatura y delgado, pero musculoso y ágil, es idónea para las duras condiciones que ha de soportar un astronauta que pase un tiempo prolongado en el espacio.
Según el director de la agencia espacial, el "Shenzhou IV" -con tecnología rusa- es mucho más avanzado que los tres aparatos anteriores, de tal forma que en él ya podría haber viajado un cosmonauta.
"Estamos a punto de cumplir el sueño de enviar a uno de nuestros compatriotas al espacio, algo largamente deseado", destacó un eufórico Yuan a los periodistas.
Hace medio año regresó a la Tierra el "Shenzhou III", lanzado en enero de 2002, que pasó 180 días en el espacio exterior y dio 2.821 vueltas alrededor de nuestro planeta (aproximadamente una cada hora y media, como hará también el "Shenzhou IV").
Queda todavía por saber la fecha exacta del lanzamiento y quién o quienes van a ser los Gagarin de China, aunque el Gobierno de Pekín mantiene un fuerte secretismo ante el proyecto, de índole militar, y facilita la información con cuentagotas.
Aunque el principal fin del plan espacial chino es dar una imagen de alta potencia tecnológica, que la ponga al nivel de países como EEUU, Alemania o Japón, también persigue intereses científicos, como se ha visto recientemente en otros programas.
China, por ejemplo, ha enviado recientemente arroz a la Estación Espacial Internacional para analizar los efectos de la ingravidez y la radiación sobre el alimento de centenares de millones de sus habitantes.
Además, la agencia estatal Xinhua anunció esta semana, en una curiosa nota, que ya han nacido los primeros "brotes espaciales" de peonía (flor nacional china), a partir de semillas que también estuvieron varias semanas en el cosmos.
Con un país cuyos gobernantes gustan del efectismo y siempre intentan sorprender al mundo con grandes obras y proyectos, es seguro que en los próximos años vamos a ver nuevos "grandes pasos para la Humanidad" que nos retrotraerán a la época del "Sputnik" y el "Apolo".