EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

El SNTE: valor para el cambio

Gabriel Castillo

Segunda y última parte

En la Sección 35 del SNTE, como en otras del país, se vive un término de gestión sindical muy complicado. Muchos problemas sin resolver, graves divisiones internas, debilitamiento de la autoridad sindical frente a la oficial que casi llega al sometimiento, existencia de casos de corrupción respecto a las plazas, entre otros aspectos. Aunque esto no es privativo de la Sección, sino que también ocurre en otras, ello no puede ni debe servirnos de consuelo bajo el lema de “mal de muchos...”.

Debo insistir que se requiere tener el valor para denunciar y pedir cuentas, dejando la complacencia o indiferencia que se convierte en una forma de complicidad. Muchos compañeros o compañeras se han acercado para informarnos de incumplimiento de compromisos por parte de la dirigencia sindical, de petición de dinero o favores sexuales a cambio de una plaza por parte de miembros del comité seccional, de amenazas para obligarles a presentar su renuncia para disponer del recurso, de falta de apoyo para resolver algún problema con la parte oficial. El problema es que cuando se les pide que hagan la denuncia pública o ante instancias competentes para tomar conocimiento de ellas no se decidan a hacerlo. Favores previos o la esperanza de recibirlos en el futuro los llevan a guardar silencio, aunque hay indicios de que esto va a cambiar.

Todo trabajador debe entender que así como tiene obligaciones tiene derechos, al igual que todo ciudadano en este país los tiene: al trabajo, al salario digno, a la vivienda, a la salud, a la recreación, a la educación y a la cultura. No debemos ver como favores especiales de algún dirigente el que nos gestione lo que nos corresponde por derecho. Todavía conservamos la cultura del presidencialismo en este país, que nos lleva a trasladarla al sindicato y convertir al secretario general en el GRAN JEFE, dador, de favores o en su caso, de prebendas. Tenemos, por lo tanto, que entender y asumir que los dirigentes sindicales están PARA SERVIR a sus representados, no para servirse de ellos y del puesto. Además, debemos ir socializando la idea de que sí es posible transformar un sindicato cuando sus agremiados se deciden.

Hoy las condiciones son propicias para el cambio a pesar de las comprensibles resistencias de los grupos de poder. Basta ver que tuvimos la alternancia de partido en el gobierno gracias al voto ciudadano que se respetó y que pese al incumplimiento de promesas del “gobierno del cambio”, hoy se aprecian algunos avances en materia de derechos humanos, algunos síntomas de combate a la impunidad y mayor apertura de los medios de comunicación. Todo ello no son graciosas concesiones del Gobierno sino resultado de la presión de la sociedad. ¿Por qué no pensar que el SNTE puede cambiar con la participación de los trabajadores de base?

Somos alrededor de 18 mil trabajadores en la Sección 35 que padecemos la falta de democracia, los bajos salarios, los pésimos servicios de salud, el insuficiente número y la mala calidad de las viviendas que nos venden, la ausencia de apoyos para la superación profesional y el acceso a la cultura, la carencia de dignos centros de sana recreación y el incumplimiento en cuanto a prestaciones por parte de los gobiernos estatales. De esto último conviene recordar que desde hace más de dos años “se logró”, en la negociación salarial con el Gobierno de Durango, un sistema de ahorro para los trabajadores y la autorización de los préstamos conocidos como anticipo de quincenas, prestaciones que hasta la fecha nadie ha podido disfrutar sin que el sindicato haga nada. Tampoco se ha cumplido con el convenio existente desde 1994 para que se logre la retabulación, con el pase del tabulador II al III para los municipios de la Región Lagunera, lo que significaría un aumento directo al salario de aproximadamente el 40%. ¿No es esto necesario y justo?

Por todo lo anterior enfatizo mi postura de que no se trata de un cuestionamiento al Sindicato como institución, sino a las prácticas y vicios que lo han debilitado y están poniendo en riesgo su existencia con una estructura nacional. No le hacemos ningún favor al gremio guardando silencio, siendo indiferentes o practicando complicidades perversas. Como miembro del actual Comité Ejecutivo no me interesa “nadar de muertito” para ver si me dejan continuar como una especie de “tránsfuga del gis”. Creo firmemente en buscar el cambio, sea desde dentro o de fuera. Para lograrlo es importante empujar para romper la lógica tradicional de la lucha interna por el poder, que significa solamente reparto de posiciones para los distintos grupos o expresiones. Hay que ir más allá, para construir un proyecto desde abajo, lo cual exige la ya impostergable reforma estatutaria para que los trabajadores de la educación asumamos una verdadera mayoría de edad política, esto es, para estar en condiciones de demostrar nuestra capacidad para tomar decisiones, exigir rendición de cuentas y dar una correcta orientación a nuestro sindicato. El cambio es posible, sólo se requiere valor, decisión y organización.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 61772

elsiglo.mx