Lo moderno es de apretar un botón,lo de antes enriquece la creatividad
Conaculta
CERRILLOS DE DÍAZ, VERACRUZ.- Los pobladores de esta comunidad están acostumbrados a ver a Miguel Sánchez López crear máscaras con gestos fantásticos. Un día, el artesano recibió una propuesta que le sorprendió: el profesor de la escuela del pueblo le propuso dar un taller para los niños de la telesecundaria.
Al ver que se trataba de algo serio, Sánchez López de 77 años, accedió y organizó dos grupos, cada uno para niños de ocho años de edad. Para realizar el taller con los estudiantes, el artesano recibió recursos del Programa de Apoyo a Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
“Fue una gran satisfacción. Me gusta enseñarle a los pequeños, soy paciente, porque no quiero que esto acabe. Ojalá que a uno de tantos se le quede algo. Algunos niños se dormían en un rincón porque no les gustaba trabajar. Pero yo les decía que esto, el día de mañana, les iba a servir de algo. En cambio había otros que rápido aprendieron. Les decía yo ‘rapidito’ y hacían las cosas”.
-¿A usted le gustaría continuar dando talleres?
-Todo depende. Si consigo más ayuda, sí, porque hay que gastar en materiales, para darle todo a los niños. Y yo carezco del mismo para cubrir esa necesidad.
En el taller que ofreció Miguel Sánchez, los niños hicieron máscaras, pero también aviones, cucharas, yoyos, y otro tipo de juguetes tradicionales en madera.
-¿Dónde aprendió carpintería?
-Empecé a los trece años de edad. Hacía avioncitos y los iba a vender al pueblo de Alto Lucero. Los daba a cinco pesos. Y cinco pesos en aquel tiempo era un dineral. Pero un día me accidenté cuando iba a vender los aviones y no pude salir más. Me desbarranqué en el camino y me lastimé. Desde entonces me puse a hacer cuadros, cucharas y utensilios chiquitos. Porque toda mi herramienta era un machete y un cerrote. Entonces, una vez un señor de aquí del pueblo me prestó dinero ciento cuarenta pesos, y con la herramienta que adquirí hice objetos más grandes, como puertas. Me quedaban bien “chulas”. Así que mucha gente quería que se las hiciera. Y poco a poco aprendí a trabajar mejor hasta llegar a donde ahora estoy.
Cuando era niño, Miguel viajaba a Jalapa y se detenía en los talleres de carpintería. “A veces me corrían y otras me invitaban a pasar. Y viendo se me quedaba todo. Cuando regresaba a mi casa imitaba esos trabajos”.
-¿Cómo empezó a hacer tallado en madera?
-Una vez miré unos muebles que tenían figuras, y pensé en cómo lo podría hacer. Porque el tallado tiene su chiste. Primero se crea el diseño a lápiz. En un papel o sobre la misma madera. Después empieza el tallado. Así comencé a hacer muebles tallados.
La madera que más utiliza Miguel es el cedro, la más prolija en la región. Pero también recurre al “tacote” o “calabazo”, otro tipo de madera. “El cedro lo utilizo para los muebles, es una madera muy fuerte y bonita. Con el tacote que es muy blanda, hago máscaras, cucharas y juguetes.
-Cuando vende sus productos ¿Le han pagado el precio justo?
-No. Aquí no, la gente no tiene dinero. Y por eso vendo barato. Pero he llevado objetos a Jalapa y al Distrito Federal, de donde también vienen a hacerme encargos. A ellos sí les doy mas caro. Yo quiero seguir con esto y transmitirlo a los jóvenes. Tengo muchas ideas en mi cabeza que no me gustaría que se perdieran. A eso se debe mi preocupación por enseñar. Además, quiero que se sigan haciendo los juguetes tradicionales, que no son como los modernos de apretar un botón y ya. No, los de nuestra tradición, son para imaginar, para darles el significado que nosotros queramos.