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El tiempo se detiene en Francisco I. Madero / FRANCISCO I. MADERO, COAH.

POR: RAFAEL IBARRA CAMACHO

EL SIGLO DE TORREÓN

FRANCISCO I. MADERO, COAH.- Nada cambia, tal parece que en este municipio los años no pasan. Los habitantes de las comunidades ejidales continúan con la tradición de visitar la cabecera municipal los sábados y los domingos para surtir el mandado de la semana.

La avenida Madero es la calle más transitada, amas de casa cargando bolsas de mandado con la comida de la semana y “pegado” a su falda un niño que voltea desesperado en todas direcciones para tratar de ver las cosas que para él son novedades.

Las banquetas invadidas por vendedores ambulantes, desde el que vende pulseras y collares con los personajes de moda, como las chicas “súper poderosas”, o un vendedor que camina cargado con diferentes productos de “Nemo”, el personaje de la última película de dibujos animados, piñatas, juguetes, mochilas, ropa, calzado, medicina naturista, de todo ofrecen los ambulantes y los propios comercios establecidos.

En una esquina de la avenida Madero llama la atención un sujeto que ondea la bandera del equipo de futbol América, después la dobla y camina unos cuantos pasos hacía una camioneta, ahora saca una bandera del Cruz Azul, en su vehículo tiene más banderas de los diferentes equipos de la Primera División de Futbol Profesional.

De todo se vende en las calles del primer cuadro de este municipio, polvo de avión, vasos con fruta, discos compactos “piratas”, máscaras de luchadores, otro comerciante ofrece su ropa para bebé en un carrito de esos que se utilizan en las tiendas de auto servicio, a un costado está una camioneta pick up Nissan cargada con pantalones de mezclilla, dos jóvenes despachan a las madres de familia que se arremolinan alrededor del vehículo al ver la oferta, “Pantalones de mezclilla para dama y caballero a 55 pesos”.

Esta escena se repite cada fin de semana y aunque los cuerpos policíacos pasan desapercibidos entre los consumidores, unos cuantos policías montados en sus bicicletas recorren las calles, de vez en cuando pasa una patrulla.

En la avenida Madero lo que en más ocasiones se repite es el silbatazo de algún agente de Vialidad que trata de llamar la atención de los conductores que estacionan sus vehículos en doble fila para ayudar a su esposa o madre a subir el mandado a la cajuela del carro.

Cuando un automovilista regresa y se retira del lugar, llega otro y comete la misma falta, los agentes no se dan abasto para reprender a los infractores.

“¿No le hacen caso?” se le pregunta a un agente de Vialidad que desesperado hace sonar su silbato y voltea en todas direcciones para tratar de localizar al chofer de una camioneta, “todos dicen que no se tardan, pero cuando les quitamos la placa lloran mucho y luego van y se quejan con el director de que somos muy prepotentes, somos 20 agentes que entramos en febrero y no aceptamos mordidas”, dice muy serio el oficial.

“Eso dicen todos”, se le cuestiona, “bueno, sí agarramos dinero, pero no a cualquiera, porque todavía no conocemos a la gente, los compañeros viejos ya saben quién se tarda poco y quién se tarda mucho y ya saben quién les va a dar su propina”, contesta el servidor público antes de volver a sonar su silbato para llamar al chofer de la camioneta.

En ese momento llega otro vehículo que también se estaciona en doble fila, “no se puede estacionar”, dice en tono serio el agente de Vialidad, “ahorita le doy para la coca”, contesta el conductor que ignora al funcionario público y se introduce a un comercio. “no cambian”, dice resignado el oficial que se dedica a cuidar el automóvil por unos minutos.

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