POR CRISTAL BARRIENTOS TORRES
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- A cualquier hora del día el tren hace su aparición. En la confluencia del bulevar Revolución y calle Viesca, el tráfico se torna pesado, la gente se desespera y los esfuerzos por controlar la vialidad resultan inútiles.
Para los habitantes de la colonia Compresora y sectores aledaños, el paso del tren forma parte de sus vidas. Durante años han solicitado lo mismo: un puente peatonal. Y la respuesta de las autoridades sigue pendiente.
El silbato anuncia la aproximación del ferrocarril. Entonces los conductores y peatones comienzan a desesperarse y hacen cualquier cosa para ganar el paso: algunos corren, otros presionan el acelerador.
Los manotazos del tránsito para controlar el tráfico mientras el tren termina de pasar, resultan insuficientes. Los conductores intentan rebasar por la izquierda, por la derecha, cometen todo tipo de infracciones con tal de librarse de la larga fila vehicular del bulevar Revolución.
Los taxistas y choferes de camiones, son los más desesperados. El tiempo apremia y aún faltan recorridos que realizar y dinero que ganar. Los usuarios se resignan y ven a través de las ventanillas el paso del tren, los que van sentados recargan su cabeza en el cristal y los que van de pie comienzan a cansarse y a ver constantemente el reloj.
Lo han dicho algunas amas de casa de la colonia Compresora: urge un puente peatonal. Cada tres años reciben la misma promesa de los candidatos a la alcaldía de Torreón: ahora sí se construirá. Pero aún sigue pendiente.
Y es que los peatones son los más afectados. Los conductores tienen la opción de echar la reversa e irse por otro camino, las personas no. Algunos atrevidos desafiaron al tren y murieron en el intento. Nadie sabe con exactitud cuántos han perecido en esta confluencia.
Pero a pesar de los riesgos y las muertes, los desafíos siguen: hay quienes brincan con todo y bicicleta cuando el tren está en movimiento. Unos más esperan a que se detenga aunque sea algunos segundos para colgarse del pasamanos o doblarse hasta casi topar con el suelo, para así poder pasar.
Los vagones terminan su recorrido y entonces el caos vial se pone peor. Las indicaciones del tránsito son ignoradas una vez más y se inicia una lucha entre conductores para cruzar lo más pronto posible las vías antes de que otro tren haga su aparición.