EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

El valor de su agenda

Jorge Zepeda Patterson

Un exitoso empresario afirma que antes de aceptar a un nuevo directivo en su empresa suele hacer una pregunta crucial: ¿puedo ver tu directorio de teléfonos? “Si la lista es voluminosa y los teléfonos están actualizados, lo contrato sin vacilar”. Y explica, “alguien que mantiene una gran red de relaciones personales será útil para el negocio”.

La estratagema puede parecer infantil, pero en realidad se basa en una teoría sociológica bastante sofisticada: A la hora de definir el nivel de bienestar de un país o de un individuo, el capital social se vuelve decisivo. ¿Qué es el capital social? Es el grado de confianza que existe entre los individuos y hacia las instituciones; define la calidad e intensidad de la red de relaciones que se dan entre los grupos y al interior de un grupo. Una sociedad caracterizada por un alto grado de reciprocidad entre sus ciudadanos es más eficiente que otra en la que predomina la desconfianza.

O dicho de otra manera, las redes producen beneficios privados y públicos. El mejor ejemplo de esto es la constatación empírica de que probablemente la mayoría de los que están leyendo este artículo deben su empleo a una relación personal. Los estudios revelan que las personas encontramos trabajo tanto gracias a las personas que conocemos como en virtud de lo que sabemos. Algunos especialistas han llegado a calcular “el valor efectivo” de nuestra agenda de direcciones, considerando que nuestros ingresos están determinados por el alcance de nuestras relaciones sociales, más incluso, tal vez, que por las credenciales educativas.

Según Robert Putnam, la autoridad mundial en el tema de capital social, la bibliografía sobre los índices de felicidad (o “bienestar subjetivo”) indican que el capital social podría ser, en realidad, más importante para el bienestar de la humanidad que los bienes materiales. Docenas de estudios, afirma Putnam, han demostrado que la posesión de capital social permite pronosticar la probabilidad de la felicidad humana mejor que la posesión de capital económico. Es decir, el mejor criterio para predecir la felicidad es la amplitud y profundidad de los contactos sociales de una persona (el interesado en profundizar este tema puede ver: “El declive del capital social. Un estudio internacional sobre las sociedades y el sentido comunitario”, Robert Putnam, Edit. Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores).

Si la noción de capital social es importante para analizar el bienestar de los individuos, lo es aún más para el caso de los países. Cuantas más redes de reciprocidad, solidaridad colectiva, compromiso cívico y confianza en las instituciones de la comunidad, existen en una sociedad más riqueza social posee ese país. Los analistas aseguran que dos países con capital económico y recursos naturales similares pueden ser muy dispares dependiendo de su capital social. La construcción de Estados Unidos como potencia mundial debe más al enorme capital social que le caracterizó en el pasado que a su dotación de recursos. La sociedad norteamericana del siglo XIX y el XX, ha sido la comunidad con más capital social en la historia de la civilización moderna. Gracias a la confianza en las instituciones, la participación cívica, la densidad de sus redes y asociaciones, se convirtieron en una fuerza irresistible. Alemania y Japón fueron en el pasado otros dos países con importantes niveles de capital social, así como los países escandinavos lo han sido en las últimas décadas.

Nuestro país no saldría muy bien librado en una olimpiada que mida el capital social. Nos caracteriza una escasa confianza en las instituciones, poca participación cívica y baja pertenencia a asociaciones. Aunque, por otro lado, las redes familiares, religiosas y de barrio siguen siendo importantes.

¿Y usted cómo cotiza en materia de capital social? Los psicólogos norteamericanos, capaces de trivializar cualquier cosa, ya ofrecen un test para autocalificarse. 1 ¿Pasa usted las fiestas en familia extensa? 2 ¿Sus vecinos conocen su nombre?, ¿Conoce usted el de ellos? 3 ¿Participa usted en algún grupo o liga para hacer deporte? 4 ¿Asiste regularmente a una Iglesia? 5 ¿Es usted voluntario en la escuela de sus hijos, en algún asilo u organización no lucrativa? 6 ¿Participa en alguna organización política? 7 ¿Votó en las últimas elecciones? 8 ¿Existe algún lugar de reunión en su colonia en el cual la gente notaría su ausencia? 9 ¿Pertenece usted a alguna organización? ¿Participa activamente o sólo recibe correo y avisos? 10 ¿Asiste con frecuencia a fiestas privadas? 11 ¿Hace usted reuniones en casa con frecuencia? 12 ¿Participa de algún grupo informal de amigos que se reúna regularmente a jugar o a comer?

Según los expertos si usted contestó afirmativamente a sólo cuatro o menos de estas preguntas, su acervo de capital social deja mucho qué desear. Por el contrario, si usted respondió que sí a la gran mayoría de estas preguntas, los estudios aseguran que usted conseguirá trabajo tan pronto lo pierda, recibirá visitas en sus convalecencias en cama y cantidades ingentes de flores en su funeral. Pero, más importante aún, tendrá usted muchas más probabilidades de ser una persona feliz. (jzepeda52@aol.com)

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 29174

elsiglo.mx