El rey Salomón, allá por los años 961 a 922 a. de J. C. con una sabiduría impresionante que lo hizo famoso, convertía sus fallos en paradigmas de lo que es hacer justicia, perdurando su fama hasta nuestros días. Se le cita por la agudeza mental que utilizó en sus fallos, sobretodo en aquél donde resuelve la disputa de dos mujeres que se decían madres de un recién nacido. No dudó en tomar una decisión, al insistir ambas en su maternidad, consistente en ordenar a uno de sus guardias que sacara su espada y tomando al crío lo partiera en dos, para que cada una recibiera una parte. La madre verdadera reaccionó manifestando, entre sollozos, que renunciaba a su chilpayate, prefiriendo que lo entregaran a su rival antes que verlo muerto. En ese momento se supo quién era la progenitora.
La impostora fue condenada a una tanda de latigazos. En nuestros días haría falta un fallo salomónico para evitar que los tribunales entorpecieran sus trabajos. Además de la absolución convendría en que quien demanda en falso fuera condenado a pagar una retribución económica acordada de antemano.
En la trifulca de si hubo o no desvío de dineros de Pemex a la campaña política de Francisco Labastida Ochoa o, en el caso tan sonado Los Amigos de Fox de si se usaron recursos provenientes del extranjero, se ha hablado hasta la saciedad del IFE que no es otro que el Instituto Federal Electoral conociendo de las impugnaciones a sus resoluciones una sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación llamada Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación encargada de dirimir los conflictos suscitados en los procesos electorales.
Los que se han visto vapuleados por las resoluciones de ese tribunal han echado pestes cuando no han obtenido lo que querían. No vamos muy lejos, tengo fijo en la memoria cuando Vicente Fox, en aquellos días candidato del PAN, dijo que lo resuelto por el IFE y el TRIFE era una marranada. Insulto, producto de una irracional molestia, dejándose llevar por un criterio exacerbado sólo porque no había obtenido lo que quería.
También tengo presente que cuando el Instituto Federal Electoral, IFE, decidió sancionar al PRI, obligándolo a pagar una considerable suma, varios connotados priistas montaron en cólera lanzando denuestos y diatribas contra ese órgano colegiado. No se concretaron a seguir los procedimientos para que del asunto conociera el TRIFE, que finalmente ratificó la decisión.
Aquí, en Coahuila, con gran corrección, creo, se acudió a una sala regional para que se abocara a estudiar las supuestas o reales violaciones que adujo el comité estatal del PRI con motivo de la elección en el VI distrito electoral que abarca una parte de Torreón.
Lo que no parece correcto es que al rechazar esa sala regional la impugnación que buscaba la anulación del resultado en el VI Distrito, resoplando como un toro al que le han clavado un rejón, el PRI, sin medir sus palabras, acusó de parcialidad a la sala regional del TRIFE, es decir, que favorecieron deliberada e ilegítimamente al candidato del Partido (de) Acción Nacional.
A menos que se demuestre que el tribunal obró injustamente, por motivos ajenos a su deber de juzgar honestamente, es una acusación muy seria que no merece, menos cuando falta una instancia en que puede o no reconsiderarse el caso. Cabe decir que, al utilizar tan duro calificativo, al PRI estatal le faltó ponderación, mesura, respeto y ecuanimidad.
Ese exabrupto al parecer tiene como finalidad desprestigiar la labor del tribunal federal; pretende dejar en el ánimo popular que ese tribunal es odioso y trata, mediante esa ofensa justificar que el PRI está convencido de que perdió a la mala con un partido opositor. Hay, desde luego, quienes piensan que los operadores priistas en esa elección quieren justificarse con su patrón, dejando sentado que no fueron ellos los que erraron sino que se trata simple y llanamente de una injusticia judicial o a lo mejor, todo es posible en estos menesteres donde convergen políticos, ¿será que están pensando que achacando al Tribunal el inclinar su criterio hacia alguna de las partes en litigio van a lograr que los magistrados, que van a conocer del recurso de reconsideración, entren en pánico revocando el fallo?
¿Cuándo tendremos los mexicanos la madurez para escuchar el dictamen de una autoridad judicial, que no nos favorece, sin hacer uso del vituperio?