¡Qué grata sorpresa fue volver a ver a Marco Antonio Karam en esta nuestra tierra lagunera! y sobre todo, después de la experiencia inolvidable que compartimos con el Dalai Lama por la Paz del mundo en la ciudad de Graz, Austria.
El XIV Dalai Lama confirma oficialmente su visita a México en el 2004, después de transcurridos ya catorce años desde que viniera a nuestro país invitado por un joven “diferente” estudioso de una ciencia milenaria del trabajo interior, el budismo tibetano, para fundar la Casa del Tibet México.
No conozco a otro Premio Nobel de la Paz, pero creo que nunca me había topado con un personaje que destilara más compasión por sus enemigos; no olvidemos que fue en 1959 cuando este líder político y espiritual tiene que dejar su país ante la invasión de China y formar su Gobierno en el exilio en la ciudad de Dharamsala en la India.
Ha sido tal su compromiso con la no-violencia, buscando la paz, la conciliación y la autonomía del Tibet, que en 1989 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz.
No es su sencillez apabullante, ni la paz de su mirada, ni su vestimenta de monje lo que nos atrae, yo creo que es la coherencia de su vida con lo que predica y sobre todo, el respeto a los otros, a todos sus semejantes.
La iniciación de Kalachakra, es el ritual budista más importante que confiere el Dalai Lama por la paz del mundo y en el mes de octubre, esta iniciación tuvo lugar en la ciudad de Graz por invitación del Gobierno austriaco. Esta metrópoli ha sido declarada por la UNESCO patrimonio de la humanidad, y en el 2003 será la ciudad cultural de Europa. Y fue en ella donde más de diez mil personas de todas las nacionalidades y religiones nos reunimos y hermanamos por la paz del mundo; así mismo el Dalai Lama, en su discurso inaugural, nos alentó a permanecer dentro de la religión en la que fuimos educados, ya que la esencia de todas es la búsqueda de un mejor ser humano. Lo que la contamina es su lucha por el poder, por su ego, su importancia personal, sus odios y apegos. El mejor ejemplo lo tenemos en nuestros vecinos del norte quienes están convencidos de que la guerra es sólo un medio necesario para salvar al mundo de toda la maldad.
Estimo que la audiencia privada en la que nos recibió el Dalai Lama no fue sólo gracias al encanto mexicano, ya que había muchos países interesados en ello. La labor y buen nombre que Marco Antonio Karam -presidente y fundador de la casa Tibet México- ha logrado en el mundo budista, ganándose el respeto de la comunidad internacional por su impecable preparación académica terminó siendo un factor determinante para lograr el encuentro.
Conocer a personajes como Robert Thurman, (por cierto padre de Uma Thurman, la actriz de Batman) de Casa Tibet Nueva York, o a Mathieu Ricard; científico francés quien trabajó en el Instituto Pasteur de Francia al lado del Premio Nobel de Biología, para luego terminar abandonándolo e ingresar en un monasterio budista en Nepal impresionado por la ciencia del trabajo interior -como él llama al budismo- ha sido una experiencia inolvidable que compartimos.
Para mí la próxima visita a nuestra ciudad los próximos días ocho y nueve, de Marco Antonio Karam, hombre universal en toda la extensión de la palabra, es motivo de gran emoción, grata experiencia únicamente equiparable a tener frente a sí a Heinrich Harrer, otro aventurero que rompió moldes, fue el primer maestro del Dalai Lama, pero sobre todo y de la misma manera que Toni, los encuentros con Su Santidad tuvieron un impacto inconmensurable que les confirió sabiduría, paz y sobre todo, la posibilidad de alejarse de una existencia vulgar, esa que raya en lo ordinario.
Ese joven austriaco (Heinrich Harrer) que durante la Segunda Guerra Mundial vivió 7 años en el Tibet, es hoy un hombre de más de noventa años, cuyo encuentro con el Dalai Lama en Graz nos mostró a todos los ahí reunidos lo que puede ser “la magia de lo ordinario”.