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Elecciones/jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Creemos pues que, de manera trágica este seis de julio, la administración de Fox ya terminó.” Alberto Anaya

El presidente del Partido del Trabajo, una organización que apenas pudo obtener el dos por ciento del voto para conservar su registro, da por muerto ya al gobierno de Vicente Fox. Y, efectivamente, a primera vista el retroceso del PAN y el avance del PRI en los comicios del seis de julio parecerían marcar un réquiem por el régimen del primer presidente surgido pacíficamente de las filas de la oposición en la historia del país.

Sin embargo, es demasiado prematuro leer el resultado de estas elecciones como un rechazo al presidente Fox. La encuesta de salida que la empresa Consulta Mitofsky llevó a cabo para Televisa el pasado domingo señala que el 63.4 por ciento de quienes sufragaron manifestaron su acuerdo con el presidente. Lógicamente la cifra es más alta —86 por ciento— entre quienes votaron por el PAN. Pero, sorprendentemente, el 58.9 por ciento de quienes sufragaron por el PRI y el 60 por ciento de quienes lo hicieron por el PRD expresaron en esa encuesta su acuerdo con el presidente. En otras palabras, los votantes aprueban a Fox pero sufragan contra su partido.

Roberto Madrazo, el presidente del PRI, parece haber entendido este mensaje ambivalente. Tanto en su discurso de victoria como en entrevistas diversas ha subrayado la necesidad de construir acuerdos. Otro dirigente de un partido victorioso habría afirmado tener un mandato de los electores para impulsar su propia agenda legislativa. Pero Madrazo se da cuenta de que el triunfo de su partido tiene un elemento de ficción. Si bien es verdad que aumentará el número de curules priistas en la Cámara de Diputados, el porcentaje del voto popular del PRI este seis de julio fue, según el conteo rápido del IFE, de apenas 34.4 por ciento. En las elecciones del 2000, cuando el PRI sufrió su gran derrota, el porcentaje de voto priista en la elección para diputados fue mayor: 36.9 por ciento.

No hay duda de que la abstención representa el mensaje más importante de la elección del seis de julio. Cerca del 60 por ciento de los ciudadanos empadronados se abstuvieron de acudir a las urnas. De hecho, ésta es una de las razones importantes del retroceso del PAN y del avance del PRI, un partido que tiene una mejor organización para sacar a sus simpatizantes a votar el día de la elección. Pero antes de rasgarnos las vestiduras ante la abstención vale la pena recordar las palabras que escribió Jesús Silva-Herzog Márquez este 30 de junio: “Siguiendo a Hanna Arendt, puede decirse que la principal libertad política es la libertad de la política. Un régimen de libertades democráticas debe asegurar que se respete la decisión de los votantes. También la decisión de los no votantes.” El propio presidente Fox ha captado el mensaje. “Debemos también escuchar a los ciudadanos que no se expresaron en las urnas -afirmó en su discurso televisado el domingo—. Entendamos todos su silencio.”

Quienes decidieron no salir a votar el domingo le dejaron el espacio libre al PRI para ratificar y ampliar su predominio sobre la Cámara de Diputados. Ésa es una decisión. Si es positiva o negativa, dependerá de la posición de quien la juzgue.

Rosario Robles ha afirmado que el verdadero ganador de las elecciones fue el PRD. No hay ninguna duda de que, al amparo de la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, el perredismo gozó de un avance impresionante en el Distrito Federal. Según el conteo rápido del IFE, sin embargo, el PRD sólo obtuvo el 17.1 por ciento de los sufragios nacionales. Es verdad que el PRD podría casi duplicar sus 52 diputados de la 58ª legislatura y llegar a cerca de 100. Pero la razón del bajo número de diputados perredistas en la 58ª legislatura no fue una votación baja: de hecho, la Alianza por México, encabezada por el PRD, obtuvo el 18.7 por ciento de los votos para la Cámara de Diputados el dos de julio del 2000. La diferencia fue una desastrosa política de alianzas que le regaló curules perredistas a un grupo de partidos pequeños.

Hay que tener cuidado al analizar los resultados de la elección de este seis de julio. Evidentemente hay lecciones importantes, pero no son tan obvias como lo pretende el presidente del Partido del Trabajo, Alberto Anaya. No queda claro que los electores hayan decidido ponerle fin al gobierno de Fox.

Rosario Robles

Según el conteo rápido del IFE el PRD obtuvo el 17.1 por ciento de los votos. Rosario Robles prometió que renunciaría si su partido conseguía menos del 20 por ciento. ¿Cumplirá su promesa? Habrá que ver, por otra parte, cuánto sube el porcentaje del PRD una vez que se eliminen los votos de los partidos pequeños y los anulados.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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