“El lenguaje vago y los compromisos
superficiales hacen usualmente posible
el consenso.” Mason Cooley
Una de las preguntas más importantes de esta campaña electoral es cuál será el voto de los candidatos a diputados sobre la propuesta de reforma eléctrica del presidente Vicente Fox. Pero en medio de una enorme avalancha de propaganda, en que los partidos muestran simplemente las sonrisas de sus candidatos u ofrecen promesas de acabar con la pobreza o la inseguridad a golpe de varitas mágicas, es difícil saber qué hará cada partido en esta crucial decisión.
El PAN no ha hecho de la apertura de la electricidad a la inversión privada un tema de campaña. Ningún candidato panista, que yo sepa, ha hecho siquiera mención del asunto. Pero esto es quizá un intento por minimizar el costo político de apoyar el intento del presidente Fox por modificar la Constitución para facilitar la inversión privada en ciertas áreas de la industria eléctrica.
Los panistas están conscientes de que la mayoría de los mexicanos se oponen a la apertura de la electricidad. Por eso cuando en el sexenio pasado el entonces presidente Ernesto Zedillo presentó una propuesta para llevar a cabo la apertura, el PAN se negó a apoyarla en el Congreso. Hoy los panistas sin duda se lamentan de haber desaprovechado esa gran oportunidad de compartir el costo político de la reforma, ya que son ellos quienes ahora tienen que convencer a una recalcitrante oposición de apoyarla.
De los tres partidos mayores, el PRD es el que más tajantemente se ha negado a la apertura de la electricidad. Para muchos perredistas, aún influidos por el marxismo, la inversión privada en medios de producción es un tabú. Pero hay perredistas conscientes de que su partido puede llegar a ser gobierno un día y que entienden la necesidad de tener inversión privada en electricidad. El senador Demetrio Sodi, por ejemplo, ha señalado públicamente que acepta varios elementos fundamentales de la propuesta presidencial de apertura, como la inversión privada en plantas de generación, si bien se opone a otros, como la creación -por lo menos en el corto plazo- de un mercado libre entre grandes productores y grandes consumidores de electricidad. Por otra parte, Cuauhtémoc Cárdenas, cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal, aprobó el estudio de un proyecto para construir en Morelos una planta privada que dotaría de electricidad al gobierno del Distrito Federal.
¿La razón? Un ahorro sustancial en el costo de electricidad para la capital federal.
La actitud del PRI es más ambigua todavía. Si bien fueron gobiernos priistas los que impulsaron la ley de electricidad de 1992 -que permitió la inversión privada en plantas generadoras y cuya constitucionalidad está ahora en entredicho- y los que por primera vez propusieron la reforma constitucional en esta materia, el viejo PRI ha emprendido una intensa campaña para echar atrás estas reformas e impedir más avances en esta materia. El senador Manuel Bartlett ha sido uno de los políticos más empeñados en ello.
Sin embargo, también hay priistas, como el senador Alejandro Gutiérrez y el diputado Jorge Chávez Presa, que han defendido la apertura de la electricidad. El priismo conservador ha venido imponiendo la agenda en este tema. En la declaración de principios del partido se incluyó una frase que señala que “el petróleo y la energía eléctrica, como industrias estratégicas, deben seguir siendo propiedad de la nación”. El programa de acción priista afirma que Pemex y la Comisión Federal de Electricidad deben permanecer “en el ámbito del sector público”.
Pero estas declaraciones tampoco nos dicen cuál será el voto de los priistas. El presidente Fox, después de todo, no ha planteado sacar a la Comisión Federal de Electricidad del sector público ni privatizar ninguno de sus activos. Lo único que propone es que las nuevas plantas generadoras puedan ser legalmente construidas y operadas por empresas privadas y que los grandes productores puedan vender energía directamente a los grandes consumidores sin tener que pasar por la burocracia de la CFE o de Luz y Fuerza del Centro. Toda posición merece respeto, por supuesto. Pero lo que es frustrante es que después de gastar más de 11 mil millones de pesos en una campaña electoral aun no sepamos cuál va a ser el voto de los partidos políticos en un tema tan importante como la apertura de la electricidad.
VOLKSWAGEN
Reducir el número de empleos en un 20 por ciento o bajar el costo laboral en un porcentaje similar. Ésta será la decisión que tendrá que tomar el sindicato de Volkswagen. Cuando en el pasado este sindicato tuvo que tomar una decisión parecida, prefirió que se despidiera a los no sindicalizados.
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