Las emociones tienen como objetivo proteger al individuo de peligros reales o potenciales, para obtener alimento, tener un territorio, para la reproducción, solidaridad con la familia y el grupo. Estas emociones son de amor, miedo, ira, tristeza y alegría, y se activan de acuerdo las circunstancias externas y a motivaciones internas.
Cada especie tiene preferentemente determinadas emociones de acuerdo a su lugar en la naturaleza y la complejidad evolutiva a la que haya llegado. Las diferencias emocionales son evidentes al comparar al cazador y a la presa, en los miembros de la misma especie la emotividad por la defensa del territorio, alimento y competencia por la pareja, la relación con los hijos y el grupo, la afectividad es diferente de acuerdo al sexo, el contraste es claro cuando comparamos al gallo y la gallina, al lobo y loba, ciervo y cierva, chimpancé hembra y macho y por supuesto al hombre y la mujer.
Las diferencias emotivas humanas de acuerdo al género no pueden ser ignoradas, ya que de hacerlo se presentarán problemas en la vital relación; sin embargo, sucede con frecuencia ya que las muchas mujeres refieren no “entender a los hombres” e incluso rechazarlos debido a la emotividad que muestran.
Los hombres opinan lo mismo de las mujeres, rechazando tanto la emotividad como la expresividad que hacen de la misma, existen prejuicios en uno y otro sentido, ya que en algunos grupos sociales exaltan las virtudes de un género y en otros los rechazan, en ambos casos resultan dañados hombres y mujeres ya que las actitudes frente a un y otro género son equivocadas.
La agresividad es más común entre los hombres y cuando la cultura o las circunstancias lo favorecen podemos ser especialmente destructivos, podemos ser emocionalmente explosivos cuando la ansiedad, miedo e ira sobrepasan nuestro control, las mujeres sienten miedo y rechazo a estas manifestaciones.Ellas tienen más continuidad emocional aunque la expresen en forma más frecuente y dramática, la necesidad emocional de ser protegida por su pareja es más fuerte en las mujeres, en los hombres maduros es de proteger, aunque ambos impulsos se observan en los dos géneros, el impulso a cuidar a los hijos está presente en ambos sexos, pero pueden manifestarse en forma diferente.
Entre los hombres es aparentemente más importante la opinión de los individuos externos a la familia (más gregarios) en las mujeres se observa más independencia respecto a la opinión extra familiar y tienen más resistencia emocional frente a presiones constantes, los hombres podemos llagar al cansancio con más facilidad.
Esto explica que la mujer es la que generalmente se hace cargo de algún hijo o familiar discapacitado, la perseverancia en el sexo femenino es observable cuando realizan actividades repetitivas, por ejemplo tejer a mano o cuando trabajan en fábricas.
Según estudios de Erich Fromm, en la población mexicana las mujeres dependen más del esposo durante los primeros años del matrimonio, pero con el tiempo es el hombre el que llega a depender de ella en forma intensa, fenómeno más evidente cuando existe neurosis en ambos.
La fortaleza psicológica del hombre es fundamental para que lleve eficientemente el rol de esposo y padre; sin embargo, la sociedad Occidental y su forma de producción han sido factores que tienden a debilitarlo y a provocar neurosis que los hace destructivos en forma exagerada, relativamente incapacitados para intimar con la mujer y con los hijos, su existencia es dolorosa, existe mayor riesgo de llegar a tener conductas delictivas, suicidas, o caer en drogadicción.
Explicar la agresividad intra familiar es importante y no quedarnos sólo con el rechazo y repulsión que esta actitud produce, el hombre deprimido y ansioso con sensación de minusvalía, fracaso y frustración es el que tiene manifestaciones de agresividad y destructividad, cuando a esto se agrega distorsión cultural y un desarrollo intelectual deficiente se tiene al que potencialmente es peligroso para la familia y los demás.
Con este perfil, los hombres podemos ser influidos por ideologías irracionales como el racismo, odios religiosos o políticos, deseo exagerado por el poder (predispuestos a la guerra), agresión y poco respeto a las mujeres, etc., en el hombre psicológicamente fuerte e intelectualmente desarrollado no existe gran lugar para éstos lamentables pensamientos o emociones distorsionadas.
La personalidad con rasgos paranoides en más frecuente en el hombre y en las mujeres los elementos histéricos son los que prevalecen. Estas personalidades tienen de principio dificultades para convivir, un hombre dominante, territorial y potencialmente celoso conviviendo y dependiendo de una mujer con el impulso conciente o inconsciente de agradar al sexo masculino, con tendencia a depender de su familia de origen hacen que los conflictos sean graves y frecuentes por el desconocimiento de las diferencias emocionales de genero y a la neurosis que pudiera estar presente en uno o en ambos.
Sólo la madurez, conocimiento e inteligencia hacen posible que la relación de pareja sea realmente agradable, íntima y amorosa con desacuerdos comunes que no llegan a convertirse en conflictos, formando familias donde los nuevos miembros se desarrollan con las máximas posibilidades de éxito.