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En el país de las maravillas

ALFONSO LUQUÍN CALVO

¡El país marcha....y marcha bien! Como ha dicho nuestro señor presidente en su mensaje televisado de año nuevo, la solidez económica de la nación asegura que este año 2003 se lograrán, por fin, las metas económicas propuestas y se consolidará el cambio para el cual el presente gobierno tanto ha trabajado.

Atrás queda el hecho de que se haya fracasado rotundamente en el control de la inflación, al tener un índice general de precios 5.7 por ciento superior al del año pasado. De hecho ya hemos comentado en varias ocasiones que se considera ?aceptable? una inflación entre dos y tres por ciento anual, así que la meta que se había fijado el Banco de México para el 2002 de mantenerla en 4.5 por ciento no correspondía, en realidad, a una situación de equilibrio macroeconómico, aunque sí representaba una meta que nos acercaría al control de la inflación para poder ubicarnos en los niveles deseados. No importa, para este año se logrará por fin reducirla al tres por ciento. Para lograr ello, se han decretado aumentos en carreteras, gasolinas, gas, se han retirado subsidios a la energía eléctrica, en fin, se hace todo lo posible para evitar que los precios suban y así lograr la tan anhelada meta. Ya sabemos que algunos critican que se haya fijado la meta del tres por ciento para los precios en el 2003, con la única finalidad de manejar, en un año electoral, una elevación del poder adquisitivo real de los trabajadores, ya que los aumentos que obtendrán, serán sin duda mayores a la inflación esperada, y el gobierno espera que respondan, agradeciendo al gobierno con su voto. Tampoco importará que a fin de año la inflación resulte mucho mayor y los mismos trabajadores se queden colgados de la brocha, ya que las elecciones habrán pasado. Atrás queda también la fallida reforma fiscal. En este terreno existe una uniformidad de criterio en cuanto a que las medidas tomadas son meramente recaudatorias, lo cual parece una perogrullada, pues es obvio que el objetivo del fisco es recaudar los dineros necesarios para financiar el gasto gubernamental. Sin embargo, la política fiscal debe cumplir, en segundo lugar, un fin estratégico desde el punto de vista económico y no pensamos que el freno al ahorro y, en consecuencia, de la inversión, así como el mantenimiento de una tasa de impuesto sobre la renta elevada, sea lo que más nos conviene desde este punto de vista de la estrategia nacional.

El aceptar la dependencia de la inversión extranjera es una cosa, entregarse a ella y no hacer nada por ir revirtiendo la situación es otra muy diferente.

La política fiscal debe asimismo, propiciar la equidad y la justicia. Pero quien puede poner en duda que el hecho de que unos cuatro millones de mexicanos paguemos los impuestos de todos, es totalmente justo, después de todo quien nos manda no haber entendido que si vivir fuera del presupuesto es un error, vivir fuera de la economía informal, de la tranza y la evasión, es un error mucho peor aún. Quién puede poner en duda que una tasa única para todos los tipos de empresa es totalmente justo y equitativo, así si una microempresa obtiene utilidades de 100,000 pesos al año, paga 34,000 de impuestos; una gran corporación que obtenga utilidades por 2,000 millones de pesos o más, paga 680 millones. Que importancia puede tener que al primero le sobren 66,000 anuales para sobrevivir, mientras que a los grandes les queden más de 1,000 millones. En fin, que decir del empleo. Atrás quedan los despidos y los ajustes de personal, los paros técnicos y las angustias de cientos de miles de familias que perdieron su empleo el año que terminó. Que importancia puede tener que el más de millón de jóvenes que cumplió la edad o la preparación para incorporarse al mercado de trabajo carezca de opciones y esperanzas, siempre les quedará buscar trabajo como jardineros con nuestro amigo Bush. Y quien diga que fracasó el programa migratorio propuesto por el gobierno es un necio, priísta o perredista que busca impedir el cambio y regresarnos al pasado, en un retroceso imposible de concebir.

El campo mexicano por fin ve la luz. Por fin la hambruna desaparecerá a los campesinos excedentes y podremos dar gracias a dios por haber eliminado la economía peticionaria que tanto daño le hace a la nación. La cosa pinta bien, es muy probable que el modelo del cambio se consolide para librarnos para siempre de ese lastre, fruto de la revolución, que impide el acceso pleno del país a la modernidad y el bien común.

Definitivamente el país esta marchando....y esta marchando bien. Sólo esperamos que eso de marchar signifique un sinónimo de caminar o algo por el estilo, y no el tradicional sentido que suele dársele en el caló popular mexicano.

E-mail:

alfonsoluquin@msn.com

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