Por Cristal Barrientos Torres
El Siglo de Torreón
GÓMEZ PALACIO, DGO.- En cuclillas, sentados en el suelo o incluso de pie, escuchan atentos a sus profesores alrededor de 100 alumnos de la escuela primaria, Arturo Gámiz García. Los niños con más suerte comparten los viejos mesabancos, sin que les importe estar un poco apretados.
Si alguno de los alumnos tiene sed debe ir hasta su casa, si tiene ganas de ir al baño entonces tiene que correr. En esta escuela no hay una sola gota de agua ni drenaje. Y es que, el Sistema Descentralizado de Agua Potable y Alcantarillado (Sideapa) se ha negado a proporcionar estos servicios.
La escuela primaria, Arturo Gámiz García, se encuentra ubicada en la colonia Leticia Herrera. Comenzó a funcionar en el presente ciclo escolar, sus aulas de cartón y madera albergan a 100 alumnos de preescolar y primaria.
El profesor, Agustín Vital, dice que en ocasiones es difícil remar contra corriente, pero hay buenas intenciones aunque se vayan por tierra por la miseria en que viven los habitantes de esta colonia.
Las condiciones de la escuela, dice, son derivadas por varios factores: primero por la vida tan precaria de los padres de familia, pues en consecuencia los niños también están inmersos en la miseria y la padecen más que nadie.
Pero a los niños parece no afectarles estudiar en estas condiciones, acostumbrados como están a vivir en una casa de cartón y con piso de tierra, las aulas construidas con material de desecho les resultan familiares y no los incomodan.
En ocasiones los maestros comparten sus lonches con los alumnos porque llegan sin desayunar, luego el hambre no los deja concentrarse en las clases.
“Nosotros hacemos lo humanamente posible para poner en práctica nuestros conocimientos y sacar a los niños adelante, pero a veces el hambre y las necesidades no los dejan a estudiar”.
El profesor se lamenta por el material del que están construidas las aulas: cartón y madera. Dice que en estas condiciones ni siquiera se le puede llamar escuela. “Estamos luchando contra la corriente en miras de que la sociedad y el Gobierno se preocupen y observen un poco hacia esta colonia”.
Las cosas podrían cambiar tanto para los alumnos como para los maestros, si tan sólo la Secretaría de Educación Pública les entregara la clave de registro. Así podría ser una escuela como todas, pues el Gobierno tendría la obligación de otorgar recursos económicos para la construcción de las aulas.
Hilario Peña Hüereca asegura que los alumnos sí reciben certificados avalados por la SEP, pero no a nombre de la escuela sino de otras. “La validez se da como cualquier escuela oficial mediante los compañeros que tenemos contactados en otras primarias de Gómez Palacio”.
Y añade: “es un acuerdo al que llegamos con los funcionarios de la SEP, aceptaron que así trabajára-mos, prueba de ello es que los trámites que se tienen que hacer para ser una escuela oficial están dados, pero la respuesta ha sido muy lenta”.
Los profesores de esta escuela ganan entre 600 y mil pesos al mes. Algunos ni siquiera reciben un salario. Lo único, dice Agustín Vital, que los mantiene aquí, es la vocación, pero sobre todo la esperanza de que algún día la escuela obtenga la clave para inmediatamente solicitar los recursos necesarios para contar con salones de concreto.
Hilario Peña Hüereca dice que el Ayuntamiento les regaló diez sillas, pero resultaron insuficientes porque son cien alumnos, además son inadecuadas porque los alumnos se ven en la necesidad de utilizar sus rodillas para apoyar sus cuadernos y así tomar los apuntes.
Para mitigar el calor, el Ayuntamiento también les entregó cuatro ventiladores, pero en ocasiones no hay luz o simplemente evitan prenderlos para no levantar el polvo del suelo. Además los aparatos nunca se quedan en la escuela porque los podrían robar.
“Hay mucha burocracia, la señora Leticia ha tenido la disposición de ayudarlos, pero desgraciadamen-te los intermediarios son los que echan a perder todo, les ordena una cosa y ellos no cumplen”.
Para poder contar con libros de primaria, los niños se inscribieron en otras escuelas y una vez que les entregaron el material se salieron y regresaron a la Arturo Gámiz García. Y es que, no hubieran podido quedarse en esas instituciones con salones de concreto y agua: no tienen dinero para gastar todos los días en pasaje.
Afortunadamente, otras escuelas primarias se compadecieron y les regalaron los libros excedentes del ciclo escolar o lo que sobró de otros años. Así los niños pudieron contar con lo indispensable para conocer algo de matemáticas o Historia de México.
Orden dada y no supervisada...
En una ocasión, Leticia Herrera visitó la escuela primaria Arturo Gámiz García. Los maestros le solicitaron tomas de agua y ayuda para construir los sanitarios. Frente a todos, la Alcaldesa ordenó a un funcionario que hiciera lo necesario para que los niños contaran con el líquido, pero no la obedeció.
La Alcaldesa además hizo llegar a la escuela una taza de baño, pero sin agua y sin drenaje de nada sirvió, no la pudieron instalar. “Sideapa sabe de nuestra situación y no ha tomado cartas en el asunto, eso lo digo con toda la extensión de la palabra: no nos han tomado en cuenta. Debieron haberlo hecho porque Leticia Herrera dio la orden a un funcionario de instalar la toma de agua, lo hizo frente a todos, pero simplemente su orden no fue cumplida”.
Agustín Vital tiene la esperanza de que por este medio de comunicación, Leticia Herrera se dé cuenta de que todo sigue igual en la primaria, tal vez peor: “también la sociedad debe ver las condiciones en las que estudian los niños de Gómez Palacio, de cómo sufren, de cómo viven en la completa miseria”.