Faltando sólo cuatro semanas para que concluya el torneo mexicano de futbol en su fase regular, hay un tema que debe preocupar a todos: el arbitraje.
No hay jornada en la que falte el error decisivo para el resultado del juego o que incida en forma grave en la conducción del mismo. Jugadores amonestados que por faltas iguales o más duras no son expulsados; Entradas violentas que se reprimen con regaños o amonestaciones; goles conseguidos en fuera de lugar o lo que es peor, goles invalidados por supuesta posición adelantada; reclamaciones subidas de tono contra jueces centrales y asistentes; interrupciones constantes del juego por supuestas lesiones que, al ser tratadas con agua bendita, permiten al jugador regresar al campo como la fresca mañana; arbitrajes pusilánimes para frenar a los "estrellas" que pretenden dirigir al árbitro (casos Blanco y Cardozo) y, finalmente, lo que más desconcertado tiene a todo el mundo que son las manos deliberadas dentro del área penal.
Por supuesto que un tema tan complicado tiene orígenes varios y nada sencillos de resolver, a saber:
El arbitraje mexicano pasa por una crisis de talento originada por la desatención de sus dirigentes al aspecto de capacitación, búsqueda y detección de valores.
Esto ha desembocado en sólo contar con cuatro o cinco jueces confiables y el resto de los encuentros encomendarlos a novatos, siempre contando con la asistencia de la Santísima Trinidad.
La falta de instructores actualizados y con la opinión independiente para que en la cátedra surjan puntos de vista interesantes y diversos; hoy la única voz cantante la lleva el presidente de la Comisión de Árbitros y los demás profesores, por comodidad o interés, son sólo el eco de la opinión no necesariamente acertada del mandamás.
Recientemente el máximo dirigente arbitral externó en un programa televisivo, al que se ha vuelto asiduo concurrente, que de nada vale la crítica al árbitro si las decisiones las tomará éste de acuerdo a su opinión. Pues que verdad más grande ha develado al mundo el polifacético director de los silbantes.
Todos sabemos que la decisión de hecho en el partido será en base a la opinión del juez en turno, sólo que esa opinión puede ser equívoca o desacertada y con ello, influir de modo determinante en el resultado, no sólo del partido, incluso del campeonato.
Con la aseveración vertida por el hábil galeno, los programas deportivos de análisis e incluso los comentarios políticos o económicos deberán desaparecer pues la conclusión es que quien ejerce la autoridad y la decisión, por ese sólo hecho no puede ni debe ser criticado. Caray, me parece que la Casa Blanca necesita un asesor como Edgardo Codesal.
O sea que Tigres, quien fue castigado con la injusta expulsión de Oteo, un penal que no existió y un gol en contra precedido de un "caballazo" de Cardozo al portero no tiene opción de protesta pues la opinión de Sergio Silva es la que rifa. Santos tampoco la puede hacer de "tos" por el penal que le marcaron por mano de Palmeros a 20 centímetros so pena de desatar la ira de los jueces y así, que a Pumas no se le ocurra reclamar el gol invalidado injustamente, y menos a Jaguares la criminal patada en la cara de Nicolás Ramírez a uno de sus jugadores.
Todo se decidió en base a la opinión del árbitro y chin chin el que se queje.