Reuters
Houston, EU.- El ex tesorero de Enron, Ben Glisan, se convirtió ayer en el primer ejecutivo de la empresa que irá a la cárcel por su papel en el escándalo financiero que provocó el derrumbe de la compañía comercializadora de energía.
Glisan, de 37 años de edad, se declaró culpable de un solo cargo de conspiración, y fue sentenciado a cinco años de prisión.
Otros ex ejecutivos de Enron se han declarado inocentes de los cargos penales, y enfrentarán juicios. El ex tesorero originalmente había sido acusado de más de veinte cargos de lavado de dinero, fraude y conspiración, por su papel en varias transacciones que según dijeron los fiscales, fueron planeadas por Andrew Fastow, ex gerente financiero de Enron.
A cambio de la declaración de culpabilidad de Glisan, los fiscales aceptaron abandonar los cargos restantes en su contra, incluidos en el procesamiento donde se lo acusaba junto a Fastow y a Dan Boyle, un ex ejecutivo de finanzas de la empresa. Boyle y Fastow se han declarado inocentes.
Kenneth Lay, ex presidente de Enron, y su ex presidente ejecutivo, Jeff Skilling, están siendo investigados y han negado cualquier irregularidad. Ninguno de ellos ha sido acusado formalmente de cometer un delito.
Glisan, quien no cooperó con los fiscales, fue trasladado inmediatamente a una prisión en Texas para iniciar su sentencia, que incluye un período de libertad condicional de tres años.
El ex ejecutivo admitió que él y otros se involucraron ?en una conspiración para manipular arteramente los estados financieros de Enron?. La compañía se hundió en 2001, en una quiebra que en ese momento fue un récord histórico, y se convirtió en sinónimo de irregularidades empresariales cuando surgieron pruebas de que la firma había escondido miles de mdd en deudas por medio de sus estados financieros manipulados.
El desplome de Enron fue el primero de una serie de derrumbes empresariales de alto perfil que sacudieron la confianza en los mercados financieros, generaron nueva legislación para regular a las grandes empresas, y desataron innumerables demandas de inversionistas.
El escándalo de Enron también provocó la caída de su firma de auditoría, Andersen, que alguna vez fue una de las principales empresas de contabilidad de Estados Unidos.