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TUXTLA GUTIÉRREZ, CHIS.- Palenque, una de las ciudades más notables del periodo Clásico Maya, ha sido testigo de una notable historia y ahora escenario de grandes descubrimientos arqueológicos como un tablero esculpido.
Esta pieza, que data del reinado del gobernante Ahkal Mo Nahb III, fue encontrada en el Templo XXI situado en el espacio arquitectónico conocido como la Acrópolis Sur de esta ciudad maya.
El hallazgo ocurrió el 27 de agosto de 2002, durante los trabajos de investigación del Proyecto Arqueológico Palenque, bajo la dirección del investigador Arnoldo González Cruz.
El monumento fue localizado en el ángulo noreste del edificio, donde decoraba la cara frontal de un trono, el cual estaba roto en fragmentos de tamaño variable y que de inmediato comenzó a ser restaurado, labor que se prolongó varios meses.
El tablero fue restaurado en más de un 90 por ciento, y alcanzó sus dimensiones originales de 2.28 metros de largo por 60 centímetros de ancho y siete centímetros de grosor.
El arqueólogo González Cruz comenta que además de su mérito estético, el tablero es una fuente de información arqueológica e histórica muy valiosa, cuya escena muestra a cinco personajes, cada uno de ellos identificado por un breve texto glífico situado cerca de su cabeza.
Ellos son representados en la realización de una ceremonia ocurrida el 22 de julio del año 736, durante el reinado de K’inich Ahkal Mo Nahb III.
El personaje central es el famoso gobernante K’inich Janahb’ Pakal, también conocido como Pakal II o El Grande, ya fallecido para ese entonces, y cuyos restos mortales yacen en la gran tumba del Templo de las Inscripciones desde hacía medio siglo, murió en 683.
Los sucesores de este jerarca lo siguieron representando como testigo viviente de sus ceremonias más importantes.
El texto glífico que identifica a Pakal ofrece un dato fascinante, según el arqueólogo, pues señala que en su regreso del inframundo él se presentó personificando a un antiguo gobernante llamado Ch’away U kokan.
Ch’away U kokan, según el tablero, fue gobernante de Palenque casi mil años antes, en el lejano año de 252 A.C. el texto indica que puso por primera vez las imágenes de los dioses GI, deidad celeste; K’awiil, deidad de la tierra; y, GII, deidad de la agricultura.
Al asociarlo con este legendario y piadoso gobernante que instauró la ofrenda de sangre para los dioses, Pakal fue presentado como el portador del instrumento de autosacrificio sangriento: una larga y afilada espina de mantarraya que sostiene con su mano derecha.
Pakal ofrece el instrumento punzante a su nieto, K’inich Ahkal Mo Nahb III, el gobernante palencano en turno, luce una capa de plumas y una diadema sencilla, adornada con lirios acuáticos.
Ahkal III le da la espalda, pues atiende un sorprendente ser sobrenatural con rasgos de roedor y que está ataviado con una capa de piel de jaguar.
Al lado derecho del tablero, explica el investigador, se observa un individuo que es identificado como U Pakal K’inich, el heredero principal para ser sagrado señor de Palenque, primogénito Ahkal III.
Dirige su atención hacia otra representación del ser sobrenatural Xak’al Miht Tu-mu uy Ti-ch’o, que le ofrece un atado de plumas y tiras de papel idéntico al que recibe su padre.
El joven heredero y su progenitor aparentemente se auto sacrificaron y depositaron su sangre, quizá para luego quemarlos, que era la forma habitual de hacer llegar a los dioses las ofrendas de sangre.
Con su participación en esta ceremonia del año 736, U Pakal K’inich, confirmó su derecho como heredero al mando, seis años después, en 742, él ya se había convertido en el señor Palenque.
La escena del tablero del Templo XXI ilustra un episodio muy importante dentro de la ceremonia del 22 de julio del año 736, rito del sacrificio que tuvo el propósito de consagrar los nueve santuarios de las tres deidades patronas de Palenque.
Admite el investigador que hace cinco años era muy poco lo que se sabía acerca del gobernante Ahkal III, el hallazgo reciente confirma que su reinado inauguró una época de esplendor en Palenque.