Arturo González González
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Sol, sudor, mezcla, cascajo, vaciado, varilla, pala, carretilla, ladrillos y bloques: elementos que forman parte del rudo mundo de los albañiles, los “maistros” y “chalanes”. Para la gran mayoría de ellos, ayer fue su día. El día de la Santa Cruz. No obstante, sólo unos cuantos conocen el origen de este festejo, en principio religioso, que por lo regular va acompañado de comida, cerveza y música.
La labor del albañil no es fácil: él sube y baja por las frágiles escaleras de madera, los sombreros de papel como base para cubetas con cemento fresco, los martillazos, la pesada carretilla cargada, el polvo de ladrillo, implican una ardua labor no exenta de peligros como caídas, golpes, cortadas y machucadas de manos y dedos. Pero la remuneración es escasa, oscila entre los 600 y los mil 400 semanales.
En la calle San Ángelo de la colonia Valle Dorado, a pocos metros de distancia una de otra, se encuentran dos casas en construcción. En una de ellas, sobre el castillo de la esquina de la obra, puede verse la tradicional cruz de madera con sus arreglos en papel de china blanco y azul. Muy cerca de ella, media docena de albañiles embarran la mezcla, amarran varillas, suben cubetas y colocan los bloques.
Uno de ellos se llama Javier Díaz García y tiene 36 años. “Estoy pegando el block”, responde al cuestionársele sobre su labor en la construcción. La mitad de su vida ha trabajado como “maistro” y desde siempre ha celebrado esta jornada.
¿Cómo festeja el día del albañil?
—Pues aquí nos lo festejan con una comida, unos refrescos y una que otra cerveza.
¿Usted sabe de dónde viene la tradición?
—No, pues, la mera verdad no, para qué le voy a mentir... yo desde que trabajo en este día es lo que hacen, poner la cruz allí a lo alto de la obra.
El patrón no se ve por ningún lado y es que anda consiguiendo todo lo necesario para la comida, cuenta Javier.
Sobre su “jale”, confiesa que sí se le hace pesado “pero, pos ni modo, no nos queda de otra más que atorarle”. Más adelante dice que gana un salario de mil 300 pesos semanales, con el cual sostiene a su esposa y sus tres hijos.
¿Le alcanza?
—Pues ‘ai’ a grito de sombrerazo.
Para Leonardo Elizalde, con 34 años edad y como quince en la obra, es la primera vez que festeja este día, “es que casi todo el tiempo he trabajado por mi cuenta, hasta ahora voy a estar aquí con ellos”. Y señala a sus compañeros.
¿Cómo lo van a festejar?
—Pues, todavía no sé, pero va a ser a mediodía.
¿Sabe de dónde viene la tradición de la Santa Cruz?
—No...
A Leonardo le pagan mil doscientos cada sábado, los cuales le sirven para mantener a una familia de seis miembros. “ ‘Ai’ la paso más o menos...” dice con una sonrisa en los labios. Sobre la labor que desempeña todos los días, a excepción del domingo, comenta que “está pesado... ahorita yo ando encajonando castillos”.
El “maistro” encargado de la obra es el hermano de Javier, Víctor Díaz García, quien señala que poco a poco se ha ido perdiendo la tradición del día de la Santa Cruz, debido a que “la economía ha estado muy mal y eso ha ido mermando”, declara y continúa: “hay unos que de plano dicen: ‘trabajamos o festejamos’ ”. Y sobre la celebración, señala que cuando se puede, los patrones les llevan carne asada o carnitas de puerco o “a veces, un asadito con su arroz”.
¿Cerveza?
—Sí, pero pues ya es de cada quien. Hay unos que prefieren ‘cheve’ que comida y pues bueno...
A unos cuantos pasos, cruzando la calle, está la otra obra. En ésta no se observa ninguna cruz. Margarito Luna de 33 años de edad es el que está a cargo. Dice que desde los 15 años empezó a trabajar como albañil. Actualmente es practicante de la religión de los Testigos de Jehová, situación que ha influido para que él no venere la Santa Cruz.
Sobre el principio de esta tradición, explica, “yo he estado analizando en la Biblia que la cruz tiene un origen de un ser humano cuyo nombre es Tamus, este hombre se propuso promover esta enseñanza con el propósito de que se le diera cierta adoración a él”. De acuerdo a lo que Margarito establece, esta historia data del siglo primero después de Cristo. La relación de la misma con los trabajadores de la construcción viene de que “Tamus colocó una cruz encima de un altar que estaba construyendo para que la gente ahí fuera y estuviera bajo su dominio”, explica.
Margarito está consciente que la mayoría de la gente no conoce o reconoce este hecho y que por lo tanto, “nomás lo siguen haciendo por tradición”.
Adrián Delgado tiene 42 años de edad y veinte trabajando en la obra. Tampoco celebra el día de la Santa Cruz porque considera que “es una creencia que no se basa en la Biblia” que es de hace mucho tiempo y que “es un engaño a la gente”. De igual forma que todos los Testigos de Jehová, Adrián difiere de los católicos en cuanto a que Jesús murió en una cruz, “fue en un madero”, aclara.
Acerca de los festejos que en esta jornada él ha visto, establece que, en general, se basan en la comida, “una botana”, juegos y cerveza. “Pues ya es de cada uno... y luego, unos dicen, ‘dao, dao hasta acabar tirao’”.
¿Cómo es la vida de un albañil?
—¿Quiere que le diga la verdad? Pues, es muy humilde. Hay personas que tienen dinero y quieren apachurrar al albañil. Algunos patrones se sienten muy alzados pero la verdad es que todos somos iguales. Pero la recompensa la tiene uno cuando llega a su casa y come con la familia, ahí está la satisfacción de uno que se ganó el dinero bien ganado.
Y sobre el salario, Adrián dice que “a veces no alcanza, y la esposa es la que estira el centavo para que alcance... los que le entran a la cerveza, yo creo que ni con tortillas”.
Las cosas se han puesto duras para los que con sus manos hacen la mayor parte de las edificaciones que se pueden observar a lo largo y ancho de la Comarca Lagunera. El año pasado, por ejemplo, fue muy difícil, a decir de Adrián. “Ahora sí como se oye, de Torreón a Lerdo no había trabajo pa’ uno... y le digo porque le buscamos y nada... ora sí que ¿dónde está lo que dijo Fox? De eso que iba a crear empleos... ¿qué está haciendo por el pueblo?”
El origen
La celebración del tres de mayo como el día de la Santa Cruz tiene una connotación religiosa y viene de tiempos muy remotos. Las señales coloridas en gran parte de las obras en construcción y las comilonas a medio día, representan parte de la tradición de esta jornada, de este sincretismo entre el bagaje cristiano y las manifestaciones populares.
De acuerdo a lo que comenta el cura Alejandro Quezada Hermosillo, presbítero de la Parroquia de Guadalupe de Torreón, se trata de “una fiesta muy antigua en donde no se festeja tanto la cruz en sí misma, sino el instrumento a través del cual muere Jesús y del cual, una vez vencida la muerte, resucita... entonces se ve a la cruz como un signo de la entrega, de la oblación de Cristo”.
En cuanto a lo que representa, en forma particular, para los trabajadores de la construcción, Quezada Hermosillo explica que “hay que ver el valor que tiene la cruz antes del cristianismo, ya que tiene un sentido muy antiguo que, de alguna manera, se refiere a la interjección de dos líneas, la horizontal, que es la igualdad de todos los hombres y la vertical habla de la relación del cosmos con la humanidad, de unir lo terrenal con lo divino y es cuando se le puede dar un sentido de protección”.
Más adelante señala que el trabajo de los albañiles se desarrolló con un alto riesgo, “entonces ellos, de alguna forma, sienten esa protección al colocar la cruz, que no les pase algún accidente, que se termine pronto la obra, que todos ahí estén en armonía... entonces, alrededor de esto se hace una fiesta”.
Por último señala que muchos empleados de la obra pueden desconocer el significado de la cruz o de este día, pero “sí saben que ésta es una fiesta de obligación para ellos”.