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Entrevista a un feto

Guadalupe Loaeza

Por increíble que parezca soñé que entrevistaba al nieto del Presidente de la República, Vicentillo III. Soñé que me hacía chiquita, chiquita y que me introducía en el vientre de Paulina, su madre. Para llegar hasta la matriz debí enfrentar muchos obstáculos. En primer lugar, tuve que nadar en medio de un mar de líquido amniótico y de todo tipo de células, las cuales no me permitían ver con claridad. No obstante, como pude llegué hasta un cordón umbilical robusto y de unas dimensiones impresionantes el cual estaba conectado de la placenta de la mamá al vientre del bebé. Era un universo extraordinario. Totalmente distinto a todo lo que conocía. Había una luz, que a pesar de ser muy tenue, era muy brillante. De pronto me sentí Raquel Welch en la película “Viaje Fantástico” que sucede en el interior de un cuerpo humano. Una vez que nadé y nadé, cuál no fue mi sorpresa de encontrarme al bebé, con los ojos cerrados, y chupando su dedito gordo. Su mano era diminuta. Una verdadera obra de arte.

Vicentillo, Vicentillo, susurré varias veces para no despertarlo abruptamente, (aunque hayan cambiado mucho las cosas, no olvidemos que se trata del nieto del Presidente), ya que seguramente se encontraba reposando después de una pesada sesión de ultrasonido. Súbitamente abrió los ojos. Me presenté como una periodista que había visto, como millones de mexicanos, el ultrasonido practicado a su madre y que había sido publicado en toda la prensa nacional. Vine a entrevistarte, le dije. No lo podía creer. Whaaaaaat?, me preguntó en un inglés perfecto. Sí, le agregué, tu abuelo está tan orgulloso de ti, que le pidió a Rodolfo Elizondo, vocero de la Presidencia que escaneara la primera fotografía de tu vida, para ser enviada por correo electrónico a todos los medios acreditados ante la Presidencia. Lo que quería tu abuelo era demostrar que tú también apoyabas a su partido. Al escuchar lo anterior, el bebé abrió todavía más sus ojos. Estaba asombrado. Hasta hipo le dio. Pero, ¿cómo?. (hip) Yo pensé que llegaba a un México más moderno, incluyente y republicano. ¿Cómo es posible que estando el riesgo de una guerra inminente con Iraq, ocupen las primeras planas de los diarios para mostrar mi fotografía?. Ah!, ahora me explico todo... ¿Por eso me hicieron posar durante el ultrasonido con mi manita haciendo la “V”? Inocente de mí... Creía que era por el nombre de mi abuelo, mi padre y el mío propio. A partir de ese momento empezó un diálogo de preguntas y respuestas. Aunque no llevaba mi grabadora, sí tuve tiempo de sacar un lápiz y un cuaderno diminutos que llevaba en la bolsa de mi saco. -¿Acaso Vicentillo, no sabías que el próximo julio, habrá elecciones federales para diputados?

Al escuchar lo anterior, alzó sus hombritos y exclamó: -¿Y yo por qué? No querrá mi abuelo que con sólo tres meses vaya yo a votar... ¿No me estará usando con fines proselitistas?

Visiblemente molesto, de nuevo se chupó el dedo y cerró los ojos.

-Vicentillo no te pongas así. Cálmate. Comprende a tu abuelo. Está muy temeroso de no poder ganar, otra vez, la mayoría en la Cámara de Diputados. Creo que sí lo tienes que ayudar. ¡Es normal! El bebé seguía contrariado. No me contestaba. Incluso dio, dos o tres pataditas, las cuales seguramente su madre interpretó que eran de gusto, cuando en realidad eran de enojo. Estos movimientos me inspiraron para decirle... -No te olvides que la obsesión de tu abuelo era sacar a patadas a los priistas de Los Pinos y lo logró. Pero ahora tiene miedo de no poder mantenerlos fuera, por eso te necesita.

-Pues sí, pero siquiera se debería esperar a que tuviera mi credencial de elector. Soy menor de edad. A penas tengo unas semanas. Todavía ni nos conocemos. No me gusta que me usen.

-No creo que sea su idea el usarte como tú crees. Lo que sucede es que tu abuelo de una manera muy espontánea pensó aprovechar tu sesión de ultrasonido. Es cierto que tu manita está haciendo la “V” de la victoria. Es muy llamativo...

-¿Y qué los fetos priistas y los fetos perredistas también los están apoyando en sus campañas? Ah, ¿verdad?... -¡Brincos dieran! A mí en lo personal sí se me hizo una idea genial que se publicara tu ultrasonido. Si algo tiene tu abuelo, Vicentillo, es el don de saber utilizar los medios de comunicación. Ahora cada vez que sale de campaña, todo el mundo le pregunta por ti. ¡Ya eres famoso! -¿De veras crees que mi abuelo necesita de todo ese “circo” para apoyar a su partido? -Claro que sí, porque con lo que ha hecho hasta ahora, no convence. Requiere este tipo de argucias mediáticas. Créeme que hasta ahora le han funcionado. -¿Qué el abuelo no tiene a nadie que le ayude? -¡Claro! Tiene un gabinetazo, que los head hunters le ayudaron a formar! -¿Qué son los head hunters?, preguntó el bebé entre hipo e hipo. -Cazadores de cabezas.

En esos momentos vi cómo encogió su cabecita y la cubrió con sus manitas. Se veía asustado. Otra vez comenzó a chupar su dedo, como si de repente, hubiera sentido temor. -No, Vicentillo, cálmate. El de cazar cabezas es en sentido figurado... Es que se trata de empresas que buscan a los más inteligentes. Cuando seas grande seguramente también tú estarás en su lista... -Ah, qué susto me habías pegado.

Más tranquilo, se quedó pensando y añadió. -Entonces si los head hunters le ayudaron a formar un gabinetazo, ¿por qué necesita recurrir a mí? -Porque... porque... porque tal vez sean muy indisciplinados. Desobedientes. Traviesos. Además, entiende que no tenían experiencia en el sector público. Tienes que ayudar a tu abuelo. -¿Qué opinarán de todo esto mis papás? ¿Qué dirá mi bisabuela? ¿Y mi abuela?. -Ay, Vicentillo, se ve que hasta acá no llega el periódico. Por cierto, conozco a tu abuela Liliana, y créeme que está más que feliz por tu próxima llegada. Es una señora muy linda. Te vas a llevar muy bien con ella. -Sí, ya sé. Me muero de ganas de conocerla. Al que no quiero conocer es a Castañeda. Ése le hace pasar muchos corajes a mi abuelo. -¿No sabes Vicentillooooo?, le pregunté en tono de chisme. ¡Ya se fue!

No acababa de terminar la frase, cuando apareció en su adorable carita una sonrisa. Hasta el hipo se le fue. -Por fin... mi abuelo se atrevió a correrlo. -No Vicentillo, él renunció... En ese instante, cambió su sonrisa por una actitud pensativa y dijo: -Creo saber por qué renunció...

Discreta como soy, me abstuve de preguntar la razón. -Mira Vicentillo, tienes que ayudar al Presidente. Entonces para tu próximo ultrasonido, procura hacer la “V” de la victoria pero con tus dos manitas. Para aquellas voces incrédulas que osan dudar de los dichos de tu abuelo. Y esa fotografía se podría utilizar en los carteles de campaña de todos los candidatos a diputados del PAN. El lema diría: “¡Hasta los fetos votan por el PAN!”. Nunca debí haber dicho lo anterior. -Para la próxima sesión de ultrasonido me voy a poner de espaldas. Me rehúso a ser utilizado por la mercadotecnia. Si me insisten demasiado, voy a salir con mi puño en alto como los antiguos revolucionarios. -¡¡¡No Vicentillo!!!!. ¡¡¡Imposible!!!. Porque creerían que estás entonando la Internacional. O que estás apoyando a los del PRD. -Ay, síiiii. Ahora hasta van a querer que salga yo con botas. Y no creo que mi mamá quiera. A ver, que les pregunten a mis abuelos maternos si está bien que mi abuelo paterno haga proselitismo con mi manita...

De pronto, exclamó furioso mostrando sus encías. -¡Ya me cansé! Dile a mi abuelo que me vale la política durante los próximos diez y ocho años! Cerró sus ojitos. Yo abrí los míos... Finalmente, comprendí que Vicentillo III tenía razón. Los fetos y los bebés no deben ser utilizados en política.

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