Lerdo

Entrevista | Entre tumbas y fosas

CD. LERDO, DGO.- Mientras que para José Guadalupe es algo cotidiano cuidar un cementerio, otros aprovechan el lugar y la ingenuidad de las personas para la realización de rituales o “trabajos” a la medianoche.

El recorrer pasillos, fosas, tumbas, en un horario poco común, es la vida de José Guadalupe Bernal Ramírez de 57 años de edad, quien por doce años ha sido el velador del panteón municipal de Ciudad Lerdo.

Mejor conocido como “El Pariente”, sabe que aunque no es un trabajo bien remunerado, tiene lo suficiente para vivir con su esposa María de Jesús, con quien ha compartido 36 años de su vida.

Cuando para muchos el camposanto es un lugar de peligro y hasta tenebroso, para él es un sitio como cualquier otro.

¿Qué representa para usted trabajar entre los muertos?

—Es muy tranquilo, por ser difuntos no platico con nadie, ninguno me quita el tiempo.

¿No siente miedo?

—No, claro que no, uno se acostumbra.

En sus recorrido nocturnos ¿se ha topado con algunos vivos?

—Sí, cómo no, sobre todo muchachos que se brincan la barda para hacer destrozos, tomar o drogarse, pero les llamo la atención y se van.

El trabajo de “El Pariente” empieza a las 5:30 de la tarde y termina a las 7:00 de la mañana, durante su horario lleva a cabo rondines por los alrededores, hace un recorrido por todo el panteón, el cual mide unas tres hectáreas. “Lo conozco bastante bien, imagínese en tantos años, me lo sé de arriba abajo”, dice.

¿Cuánto tiempo tarda en hacer un rondín?

—Como una hora, luego regreso al cuartito donde me quedo, ahí descanso un rato porque es cansado, pero más tarde vuelvo a dar otra vuelta.

¿Y a qué hora se duerme?

—Como a eso de las tres de la mañana un poco, pero siempre estoy pendiente.

¿Ha visto o escuchado algo raro?

—La mera verdad nunca he visto nada de nada y cuado oigo algún ruido voy a ver de qué se trata, es cuando encuentro algún muchacho y le digo que mejor se vaya.

Vecino de la colonia San Isidro, donde ha vivido la mayor parte de su vida, dice conocer a gran parte de la gente que radica en el sector y no ha tenido problemas grandes con ellos, ya que prefiere llevar una vida tranquila.

¿Hay alguna tumba en particular que visita la gente?

—Sí, la que llaman “El Ángel del Amor”; siempre tiene flores, veladoras y existe la creencia desde hace muchos años que concede milagros. Algunos dejan recados o lo rayan con sus peticiones, otros aseguran que les consigue novio o les acerca a la pareja que quieren.

Sin embargo, dice José Guadalupe que lo más común y frecuente es encontrar restos o residuos de “trabajos” de gente que va hacerlos al panteón, como limpias o brujería.

“Cuando veo algo de esto o que entran señoras a la medianoche, les pido que se vayan, pero muchas veces en la mañana encuentro ‘cosas’ a la entrada o junto a las tumbas”.

¿Qué cosas?

—Son “jales”, principalmente veladoras, trapos y otras que no sé qué son, pero todo así como está lo echo a la lumbre. También los trabajadores del cementerio las encuentran y las queman.

Para “El Pariente”, lo más importante es su trabajo y lo cuida, después de tantos años asegura que nunca se ha enfermado a pesar de tener contacto con la contaminación generada en el panteón.

Aunque para muchos pudiera ser un trabajo desagradable, él lo considera mejor que muchos otros y menos pesado como cuando trabajaba en la obra.

José Guadalupe realiza su labor y desea continuarla mientras su salud lo permita.

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