Para el mexicano que trabaja y paga sus impuestos es muy difícil no ver a sus gobernantes, sobre todo a ciertos presidentes, como los peores enemigos de la economía nacional. El campeón indiscutible es Luis Echeverría Álvarez, LEA, “El Ilegible”, el que le quebró los dos brazos y las dos piernas con el peso de la monstruosa carga que él inició al cuadruplicar la deuda que heredó de Díaz Ordaz en su afán de deslindarse de éste.
Después de esa muestra de inconciencia económica, pienso en la que sigue en orden de importancia: el llamado “error de diciembre” que sumió a México en una crisis fulminante que borró de golpe mucho del bienestar material logrado durante la administración de Carlos Salinas de Gortari. Éste había bajado los intereses bancarios de un nivel incosteable a 15 por ciento anual, que no es un regalo pero sí se podía manejar, sólo que el errorcillo de Zedillo le puso un cohete que elevó la tasa a más de 150 por ciento en los primeros meses del siguiente año, una tasa garantizada para hacer imposible el pago de los compromisos asumidos en los previos dos o tres años.
Exactamente, ¿en qué consistió ese nefasto error? Las circunstancias se revelaron en una reciente entrevista de CSG con Joaquín López Dóriga (“El Debate”, 11 diciembre 02). Después del desfile del 20 de noviembre (1994), Salinas recibió en su casa de Tlalpan al presidente electo Ernesto Zedillo acompañado por parte de su equipo. Ahí se habló, entre otras cosas, “sobre la posibilidad de modificar el tipo de cambio”. CSG sostuvo que “para que funcionara la medida (debería sostenerse) en un programa económico consistente”. Entonces sí, los partidarios de la devaluación aceptaron trabajar como lo había hecho Pedro Aspe para represar la fuga de capitales.
“Pero la operaron mal, Joaquín”, dijo CSG, “porque en ningún lugar del mundo se le da información privilegiada a un pequeño grupo de empresarios para que vacíen las reservas internacionales (como lo hicieron) en diciembre del ‘94. En las memorias del Banco de México de 1994, del lunes 19 al miércoles 21 se fue la mitad de la reserva”.
Ahí tienen el retrato hablado por uno de los protagonistas del ya legendario error de diciembre.
CSG había aceptado la necesidad de un ajuste, pero la crisis consiguiente no la provocó la devaluación en sí, sino la alevosía de algún rapaz “correveidile” de la IP en el equipo de Zedillo. CSG cita los cálculos de la CEPAL de las Naciones Unidas en el sentido que, de no ser por ese mentado error, el Tratado de Libre Comercio “le hubiera permitido a México crecer cada año más de cinco por ciento del producto nacional y para el año 2000 hubiera habido 30 millones menos de mexicanos en situación de pobreza”.
Son actos como ése los que a mi juicio constituyen traición a la patria, el único delito, por cierto, que impone la pena de muerte en México. Y ésta no es excesiva si se toman en cuenta las pérdidas materiales, las bancarrotas y los trastornos morales que aún ahora, ocho años después, no podemos reponernos de esa traición. Con gobernantes así, no necesitamos enemigos: bastaría una nimia modificación de nuestro Código Penal.
Por ser este mi primer escrito del año, se me ocurrió echarle también una ojeada a lo bueno y lo malo ocurrido el año pasado en la política nacional. Lo malo, por desgracia, es tanto más numeroso que lo bueno, por lo que me limitaré a nombrar un solo ejemplo de cada categoría.
El malo: el regente López Obrador se opone a la reelección de legisladores porque “No queremos que se arraiguen en su curul, no deseamos que sean políticos sino que representen al pueblo”. Si representar al pueblo no es tarea de políticos, ¿de quién será?
Lo bueno: “Se investigará a Echeverría”, encabezado de un diario capitalino (21.III.02). Eso sí merece piñata con mariachi. El anuncio lo hizo Santiago Creel Miranda, pero sin dar nombres y se molestó visiblemente cuando quisieron arrinconarlo con el nombre de Luis Echeverría Álvarez, LEA,: “Fui suficientemente claro al decir que todos son todos”, dijo. Sin embargo sí agregó que si la investigación “no está seguida por la justicia, se vuelve estéril y queda reducida a mero testimonio”. Pues sí, pero ¿cuándo?