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Esperanza endeble

SALVADOR KALIFA

La perspectiva económica de este nuevo año para la mayoría de las naciones del orbe depende en gran medida de lo que suceda con la economía de Estados Unidos. Esto es particularmente cierto para nuestro país, que mantiene con ella una vinculación muy estrecha en lo industrial, comercial y financiero. Esos nexos son motivos suficientes para iniciar mis columnas del 2003 con algunos comentarios en relación con lo que podemos esperar sea el derrotero económico de Estados Unidos en el futuro inmediato.

No hace mucho tiempo, a principios de octubre del año pasado, parecía que la recuperación de la economía estadounidense se había detenido súbitamente. Los datos económicos mostraron que las solicitudes de desempleo se habían elevado, caía el gasto del consumidor y su confianza se desplomaba. En ese entonces creció la impresión de que era inminente otra recesión. El ambiente era tal que la Reserva Federal (Fed) reconoció que su economía se encontraba en un ?punto débil? y a principios de noviembre redujo agresivamente las tasas de interés en medio punto porcentual.

En las últimas semanas del 2002, sin embargo, las noticias fueron algo más optimistas. Los datos de inversión y productividad fueron mejores a lo esperado, aún cuando cayeron los pedidos fabriles, dando un respiro a los mercados financieros y alejando, por ahora, el fantasma de otra recesión. La esperanza reciente se debe a que el gasto de inversión de las empresas dio algunas señales de vida. La inversión en equipo y tecnología creció moderadamente al cierre del año pasado, aún cuando cayó estrepitosamente la construcción de espacios de oficina y otras obras no residenciales. Ello, sin embargo, no fue suficiente para despejar la duda en relación con el vigor y duración de esta recuperación, dado que existe un monto substancial de capacidad ociosa en muchas industrias. La Fed así lo percibió y por ello decidió en su reunión del 10 de diciembre pasado mantener sin cambio la tasa de interés de los fondos federales. Esta acción mostró que tiene pocos temores de que la inflación resurja en el corto plazo y prefirió orientar su arsenal de política monetaria al estímulo de la actividad productiva para apuntalar la tambaleante recuperación.

Muchos, sin embargo, no están convencidos de la efectividad de la política monetaria en el entorno actual, porque las tasas de interés de referencia de la Fed no necesariamente reducen las tasas que pagan las empresas y las familias, en gran parte debido a que los mercados y los bancos demandan mayores primas por el riesgo de incumplimiento asociado a los elevados niveles de endeudamiento que existen en la actualidad. A pesar de ello, la preferencia de Greenspan y la mayoría de sus colegas es dejar sin cambio las tasas de interés por lo menos durante el primer trimestre de este año, para elevarlas una vez que se consolide el repunte económico. Pero si los datos muestran que crece otra vez el peligro de una nueva recesión, la Fed se verá obligada a reducirlas nuevamente y hasta utilizar otras herramientas de política monetaria, como puede ser la compra de bonos del tesoro para inyectar liquidez y abatir también las tasas de interés de mediano y largo plazo.

Este año, por tanto, la evolución de la actividad económica en Estados Unidos dará lugar a uno de dos caminos alternos para las tasas de interés. Si la expectativa (esperanza) general se materializa y la recuperación da señales de consolidación, es muy probable que la economía mejore y las tasas de interés suban durante la segunda mitad del 2003, con alzas adicionales en 2004, cuando quizá se ubiquen más de dos puntos porcentuales por encima de sus niveles actuales. Eso, en principio, son buenas noticias para nosotros.

Una visión pesimista respecto al desempeño de la actividad económica estadounidense que, por ahora, es menos probable, nos lleva al otro camino para las tasas de interés. Si la economía de Estados Unidos cae en una segunda recesión, las tasas de interés disminuirán más y se mantendrán en esos niveles bajos todo este año y posiblemente una parte del próximo. Las tasas bajas pueden perdurar por mucho tiempo si el panorama se torna aún más sombrío. Este escenario, de presentarse, se traduciría en malos resultados para nuestro país. En síntesis, el panorama económico de Estados Unidos en 2003 es, en el mejor de los casos, mixto. El legado de la burbuja financiera de los años de auge es un exceso de capacidad instalada, niveles elevados de endeudamiento de empresas y familias, y un consumidor que gasta en base al alza en su patrimonio por el incremento en el precio de las viviendas. Los indicadores conocidos a la fecha muestran, en su conjunto, una economía que se resiste a caer otra vez, más que una en proceso de recuperación franca.

Esta resistencia de la economía estadounidense sorprende a los pesimistas, que esperaban para esta época verla ya en recesión, pero al mismo tiempo carece de la fuerza necesaria para avalar a quienes confían en que pronto se consolide un proceso de crecimiento robusto y perdurable. En consecuencia, tenemos que esperar algún tiempo más para ver el efecto de las medidas de estímulo económico y la forma en que se sortearán las preocupaciones por el alza en la desocupación, la amenaza de otros ataques terroristas y un posible conflicto bélico con Irak, antes de concluir que este año se consolidará el proceso de recuperación estadounidense. No obstante, la esperanza, aunque endeble, es lo último que muere.

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