Las señales económicas recientes en Estados Unidos son, en principio, alentadoras. Se han dado a conocer en ese país varias noticias positivas que hacen abrigar esperanzas de que pronto ?salpicará? su repunte económico al aparato productivo mexicano. No sobra, por tanto, comentar lo que sucede al norte de la frontera y sus posibles repercusiones en el corto y mediano plazo sobre nuestra economía.
El Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos durante el tercer trimestre creció a un ritmo anual de 7.2 por ciento, el más dinámico en casi dos décadas. Esto se debió a un incremento importante del gasto de los consumidores y las compras de maquinaria y equipo de las empresas, como resultado de descuentos, bajas tasas de interés y de un ingreso extraordinario estimado en 26 mil millones de dólares (mmmd), que recibieron las familias estadounidenses durante los meses de julio y agosto gracias a disminuciones y devoluciones de impuestos.
El alza en las ventas sorprendió a las empresas, que redujeron considerablemente sus inventarios durante el tercer trimestre, a un nivel muy inferior al que consideran apropiado para la demanda existente. Por consiguiente, podemos anticipar una reposición de inventarios que, en los próximos meses, será un factor determinante para el sostén de la recuperación económica en Estados Unidos. Estimo que este proceso durará por lo menos dos o tres trimestres más, lo que se traducirá en una expansión vigorosa de la economía estadounidense hasta el inicio del verano de 2004. Estas son buenas noticias para las empresas exportadoras de nuestro país e indirectamente para el resto del aparato industrial de México.
Lamentablemente, estas buenas noticias no son suficientes para concluir que para entonces Estados Unidos habrá logrado superar con éxito sus desequilibrios económicos, tales como el déficit externo, la elevada deuda pública, el alto endeudamiento privado etcétera. que surgieron como resultado de los excesos financieros de la década pasada. De ahí que todavía persisten riesgos significativos para la perspectiva económica global, y en particular para la de nuestro país, siendo uno de los más importantes que la economía estadounidense no pueda sostener ese dinamismo más allá de la mitad del año próximo.
El vigor renovado de la economía estadounidense se debe, en gran parte, a los estímulos fiscales y monetarios que se han aplicado en dosis intensas, que de no reactivar la inversión de manera permanente, serían como esteroides que mejoran el desempeño económico solamente en el futuro inmediato y de manera temporal. No está claro todavía que la expansión que se vislumbra para los siguientes seis a nueve meses, continuará en la segunda mitad de 2004 y se consolidará a partir de 2005. El punto toral es que los desequilibrios persistan en esa economía y terminen abortando la recuperación.
Ese temor se percibe en el comunicado oficial del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed), que votó de manera unánime el martes 28 de octubre para mantener la tasa de interés de los fondos federales en el nivel más bajo desde 1958, porque está ayudando a estabilizar al mercado laboral y estimula el gasto de los consumidores y las empresas, condiciones necesarias para consolidar el incipiente proceso de recuperación de la economía estadounidense.
La Fed dijo que puede mantener las tasas de interés bajas ?por un período considerable? sin provocar la aparición de presiones inflacionarias. Esta declaración contribuyó a que los analistas financieros acepten como algo más probable que las tasas permanezcan sin cambio durante un lapso de tiempo importante de 2004.
De hecho, la mayoría de los economistas en Estados Unidos considera que la Fed dejará sin cambio la tasa de interés de los fondos federales por lo menos hasta mediados del año próximo, y se esperará para elevarla hasta que una disminución significativa en la tasa de desempleo señale presiones al alza sobre la tasa de inflación.
La insistencia de la Fed en relación con el hecho de que mantendrá las tasas de interés bajas por mucho tiempo, muestra que sus miembros todavía no están convencidos de que la recuperación es sostenible mientras prevalezcan los desequilibrios fundamentales de su economía.
Esta preocupación de la Fed no es gratuita. Un país emergente con los números macroeconómicos y financieros de Estados Unidos estaría en serios problemas. Un déficit de cuenta corriente alto y creciente, así como un deterioro presupuestal vertiginoso, que requieren de una dependencia cada vez mayor del crédito internacional de corto plazo, así como un nivel récord de endeudamiento de las familias amparado por un auge insostenible en el precio de las viviendas, son suficientes motivos como para preocupar a cualquiera.
En ese contexto no extraña que el comunicado de la Fed reiterara, además, que existe todavía el riesgo de un ?indeseable? incremento muy reducido de precios (manera sutil de disfrazar su temor a la deflación), que es una ?preocupación predominante por el futuro previsible.?
En síntesis, la situación económica de Estados Unidos seguirá mejorando en el corto plazo y ello deberá reflejarse en un repunte leve de nuestra actividad industrial hacia fines de este año y principios de 2004. La interrogante es si de enero en adelante la economía estadounidense será capaz de corregir sus desequilibrios sin desalentar la inversión de las empresas y la contratación de personal, única forma de consolidar su proceso de recuperación económica.
Aprovechemos, por tanto, la mejoría que viene, al tiempo que nos preparamos para la encrucijada que enfrentará la economía estadounidense hacia el verano próximo, porque su desempeño determinará el comportamiento de la actividad productiva de nuestro país en la segunda parte de 2004.
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