EL PAÍS
BAGDAD, IRAQ.- Naciones Unidas evacuará de forma inmediata a un tercio de sus empleados internacionales en Iraq según confirmó el viernes la portavoz del organismo en Bagdad, Dominique Taveu, quien insistió en que los cuatro mil trabajadores iraquíes de la ONU garantizarán que se sigan cumpliendo los programas de ayuda en la reconstrucción del país. La medida ha sido recibida con irritación en los círculos políticos iraquíes y estadounidenses en Bagdad, y con preocupación por la población que teme una evacuación total visto que desde el pasado agosto muchos programas de ayuda se han visto interrumpidos.
“Sabemos que el pueblo iraquí necesita a la ONU y aquí estamos”, declaró la portavoz de la ONU -quien evitó en todo momento la palabra “evacuación”- a unos metros del edificio medio derruido que todavía alberga el cuartel general de Naciones Unidas en Bagdad. Pero el “aquí estamos” es menor cada día que pasa. Si el lunes quedaban unos 120 funcionarios extranjeros de la ONU y el jueves la cifra ya se había reducido a 86, en las próximas horas está prevista la salida del país de otras 30 personas. Los representantes de Naciones Unidas insisten en la idea de que los cuatro mil trabajadores iraquíes contratados suplirán la labor de los funcionarios internacionales, aunque lo cierto es que carecen de la experiencia y conocimientos de éstos. Fuentes internacionales en Bagdad no descartan que en las próximas semanas sean enviados a sus casas, eso sí, con los sueldos garantizados. En teoría, la cuarentena de funcionarios internacionales que quedará en Iraq debe ocuparse de la ayuda alimenticia y sanitaria, asistencia a los refugiados, reconstrucción de las instituciones iraquíes de una forma democrática -especialmente el sistema de justicia- y asesorar a las nuevas autoridades iraquíes. Una tarea inabarcable ni siquiera sobre el papel.
En la capital iraquí, la noticia fue acogida con resignación y temor. Los “se veía venir” y “será todavía peor” se repetían incesantemente en los abarrotados cafés durante la jornada festiva del viernes. “Desde el atentado (del 19) de agosto por aquí no ha aparecido nadie”, explicaba Bashem Abbas, un representante de la barriada de Al Ubeidi, al norte de Bagdad, donde siguen sin agua corriente ni electricidad, donde las aguas negras corren a cielo abierto por las calles y las enfermedades infecciosas son algo cotidiano. “Un equipo de Unicef estuvo aquí y se realizó una limpieza en el barrio. Luego vino el atentado y no los volvimos a ver”, relató.
“No nos llega ninguna comida de Naciones Unidas. Ahora sólo se ocupan de nosotros en la mezquita, ellos nos dan todo lo que comemos”, asegura Ibtisan Abdel, un ama de casa de la barriada de Al Shohada, al sur de la ciudad, quien revela que los alimentos que distribuye la mezquita han sido donados por Arabia Saudí. “Quiero que se quede la ONU. Tienen que ayudar a la gente”, dice.
En el mismo barrio Adnan Hamde, de 49 años, se lamenta de que la inseguridad paralice una solución al problema de dar de comer todos los días a un parte importante de los más de cinco millones de personas que viven en Bagdad. “Con Saddam lo hemos pasado muy mal, pero lo que vemos es todavía peor”. Hamde dice que algunas ONG, se han acercado alguna vez a repartir alimentos en las últimas semanas, “pero han tenido problemas y no han vuelto por aquí”.
Quien no ocultó su irritación con Naciones Unidas fue el administrador de EU en Iraq: “La gente de Iraq todavía va a necesitar electricidad, seguridad, agua y alcantarillado que funcione durante los próximos tres meses. Lo necesitan ahora y si la ONU se va del país durante un tiempo pensando en cuándo a volver, todo ese periodo es tiempo perdido. Lo tienen más peligroso nuestros soldados (los de EU)”, señaló Paul Bremer en un comunicado.
La decisión de Naciones Unidas fue recibida con desagrado también por parte del ministro de Exteriores del Gobierno Provisional iraquí, Hoshyar Zebari, quien subrayó la importancia vital de que la ONU permanezca en Iraq, ya que de lo contrario los miembros de la organización se habrían convertido en “juguetes en manos de los terroristas”.