TORREÓN, COAH.- Existen muchas instituciones oficiales como hospitales, y algunas escuelas que no pagan completamente el volumen del agua potable que consumen, o lo hacen de manera simbólica.
Según el gerente del Simas, Fernando Alatorre Dresel, figuran también entre los que no pagan, las plazas públicas y universidades.
Los partidos políticos y edificios públicos sí atienden este compromiso, pero se estima que asciende a un 20 por ciento el porcentaje de lo no facturado y que sin embargo, no se le puede considerar desperdicio de agua.
Equivale pues al 20 por ciento del agua que se extrae, que es a razón de 2 mil 600 litros por segundo lo que no se factura.
Por lo que hace a tomas clandestinas, sí hay un 25 ó 30 por ciento recuperable.
Para el gerente del Simas, “a este rubro de gastos se le llama prestación de servicios no facturables o no cobrables” y existe desde hace mucho tiempo.
Insistió en que si bien no se cobra el agua como debiera, tampoco se le puede considerar un desperdicio porque la aprovechan esas instituciones y hasta se le pudiera considerar una ayuda pública que se brinda mediante convenio.
Justifica baja presión
Pese a los recientes problemas causados por las fallas en el servicio de energía eléctrica que pararon la actividad en varias norias, el agua potable que proporciona el Simas es suficiente para abastecer las crecientes necesidades de consumo de la población.
Fernando Alatorre Dresel, gerente del Simas, dijo que lo que sucede es que hay frecuentes problemas en la distribución del agua porque ha habido crecimiento descontrolado en sectores poblacionales que fueron interconectados mediante sistemas que ahora ya no funcionan.
Por ese motivo, “se impulsa en forma prioritaria el proyecto de la sectorización en la ciudad a fin de terminar el esquema de una ciudad totalmente interconectada que es muy susceptible a fallas, no permite arreglarlas pronto y mucho menos hay control eficiente en el suministro”.
La sectorización consiste en instalar circuitos o células donde haya una medición precisa de lo que se inyecta de agua, para controlarla en función de lo que se factura y así mantener constantes los monitoreos para evitar fugas y desperdicios.