Reuters
PEKÍN, CHINA.- Cientos de personas con mascarillas blancas abarrotaron ayer las estaciones de tren de Pekín, desesperadas por abandonar la capital china, mientras la cifra de muertes en el país por el síndrome respiratorio agudo grave (SRAG) superó los 100 y se convirtió en la más alta del mundo.
El gobierno ordenó el cierre de las escuelas para controlar el desorbitado número de infecciones y muertes en Pekín, mientras un destacado banco de inversiones pronosticó que la economía de China, una de las de mayor crecimiento del mundo, se contraería probablemente este trimestre.
Hong Kong, que también reportó más muertes e infecciones, anunció que destinará un paquete de 1,500 millones de dólares para ayudar a los negocios afectados por el impacto de esta enfermedad. Un total de 105 personas han muerto en la antigua colonia británica hasta ahora por el SRAG, mientras que en China han fallecido 106.
Canadá es el único país fuera de Asia donde han muerto personas a causa del SRAG. Catorce personas fallecieron debido al virus en Toronto y sus alrededores, y miles han sido puestos en aislamiento.
En Singapur, la alarma continuaba creciendo ante el brote de SRAG entre vendedores del mayor mercado de verduras de la ciudad. estado, y el gobierno amenazó con encarcelar a los que violen la cuarentena.
Hasta ahora, los pacientes en Singapur eran en su mayoría médicos y enfermeras que trataron a los que habían contraído la enfermedad en el extranjero, así que el brote en la comunidad general generó preocupación.
La enfermedad, cuyos síntomas incluyen fiebre alta, tos seca y dificultades para respirar, ha matado a 236 personas en todo el mundo. Se cree que se originó en la provincia de Guangdong, en el sur de China, se propagó al vecino Hong Kong y después se transmitió por viajeros aéreos a 25 países.
La mayoría de los pacientes sobreviven al SRAG —que tiene una tasa de mortalidad estimada en cerca de seis por ciento— pero no hay todavía una cura conocida.
El SRAG no tiene cura y resulta fatal en un cuatro por ciento de los casos. Grupos de científicos están trabajando arduamente para desarrollar pruebas de diagnóstico, pero la posibilidad de una vacuna podría demorar años.