EL PAÍS
BAGDAD, IRAQ.- La ministra de Exteriores del Consejo Provisional Iraquí, Akila al Hashemi, falleció ayer en el hospital militar estadounidense en Bagdad al sucumbir a las heridas que sufrió el pasado sábado cuando fue tiroteada cerca de su domicilio, en el centro de la capital iraquí. Su muerte supone la confirmación del éxito del atentado político más grave perpetrado en Iraq desde que el nueve de abril cayera la dictadura de Saddam Hussein.
Al Hashemi -una de las tres mujeres que formaban parte de un Ejecutivo compuesto por 25 miembros- era una traductora y diplomática profesional que había sido nombrada para el Gobierno provisional, entre otras razones, por pertenecer a la mayoría shiita. Su elección por parte del administrador estadounidense para Iraq, Paul Bremer, sorprendió por la estrecha relación que la política asesinada mantuvo con el régimen de Saddam. Baazista y protegida del vicepresidente Tarek Aziz, Al Hashemi defendió hasta el último momento al depuesto presidente iraquí, tanto en diversos países como en la misma sede de Naciones Unidas, donde hizo todo lo que estuvo en su mano y en su oratoria para evitar el ataque británico-estadounidense que finalmente se desencadenó en la noche del 19 de marzo y acabó con el Gobierno de Saddam menos de un mes después.
A pesar de ello se trataba de una figura respetada por gran parte de la sociedad iraquí y prueba de ello fueron los suspiros de decepción que muchas personas emitieron al enterarse de que, finalmente, había fallecido. “Era una persona muy brava, no se merecía esto, ni ella ni nosotros. Es un mal comienzo”, opinaba Hamir Zanawi, un economista en paro de 40 años. “El pueblo de Iraq ha perdido hoy a una pionera de la libertad y la democracia”, destacó el administrador estadounidense Paul Bremer en un mensaje de condolencia dirigido, en nombre de la “coalición internacional” al pueblo iraquí.
Bremer calificó a la fallecida de “inspiración para su nación” y alabó su “coraje y dedicación” a la tarea de democratizar el país.