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Fin de la libertad/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“La prensa es la artillería de la libertad”.

Hans-Dietrich Genscher

Una de las grandes fortalezas de Estados Unidos ha sido siempre su tradición de libertad de expresión. Ahora, sin embargo, esa libertad se está deteriorando como consecuencia de la guerra en Iraq.

El número de casos de amenaza a las libertades de expresión y de prensa en los Estados Unidos ha sido verdaderamente preocupante en las últimas semanas. Desde antes del inicio de las hostilidades las autoridades militares estadounidenses le exigieron a los medios de comunicación atenerse a ciertas restricciones informativas a cambio de que se les permitiera acompañar a las tropas aliadas en su invasión de Iraq. Ninguna de las grandes cadenas estadounidenses de televisión habría aceptado estas limitaciones si las hubiera exigido otro gobierno. Pero en este caso accedieron con sumisa obediencia.

La ceremonia de entrega de los Óscares que se llevó a cabo este 23 de marzo estuvo a punto de ser suspendida por el temor de que los actores y cineastas aprovecharan el acto para cuestionar la guerra. Al final se permitió que el acto se llevara a cabo, pero sólo bajo la instrucción de que no se permitiría ningún cuestionamiento a la guerra. De todas maneras algunos participantes expresaron críticas, especialmente el mexicano Gael García y el documentalista Michael Moore, pero lo triste es que en un país que siempre se ha preciado de su libertad de expresión se haya aceptado que se prohibiera a los participantes de una ceremonia pública expresar sus puntos de vista.

Las autoridades estadounidenses le han aconsejado a los medios de comunicación que, “por respeto”, no transmitan las imágenes de los muertos estadounidenses en la guerra ni las de los soldados capturados por los iraquíes. Algunas de estas imágenes fueron dadas a conocer por la televisora árabe al-Yazeera; pero las grandes cadenas estadounidenses y también algunas de otros países, como la BBC británica, aceptaron esta limitación, que habría sido igualmente inaceptable de haberla sugerido cualquier otro gobierno. Nunca habían dejado las cadenas de televisión estadounidenses y británicas de transmitir los muertos de una guerra.

Cuando la empresa mexicana CNI, canal 40, transmitió las imágenes de al-Yazeera de muertos estadounidenses, la empresa que retransmite sus noticiarios en Estados Unidos simplemente las bloqueó. Después se dijo que esto había sido consecuencia de la decisión de un empleado menor. Quizá. Pero el hecho es que las imágenes no se han transmitido en la Unión Americana.

La mayoría de los medios de comunicación estadounidenses han adoptado el lenguaje de la propaganda. Cada aparición de Saddam Hussein, por ejemplo, es precedida de cuestionamientos sobre la veracidad de las imágenes que transmite la televisión iraquí. Quizá Saddam haya muerto y las imágenes sean un simple engaño, reiteran los conductores y reporteros. Pero nunca hay ninguna sugerencia de que las imágenes que proporcionan las tropas estadounidenses y británicas, por ejemplo de bombardeos, pudieran ser falsas o mostrar sólo una parte de la realidad.

Es verdad que en Iraq la censura es peor que en Estados Unidos. Pese a los intentos de acallarlo, el cineasta Moore pudo insultar públicamente al presidente estadounidense Bush en la ceremonia de los Óscares. Un crítico de Saddam en la televisión iraquí habría sido seguramente asesinado. Pero por lo menos Iraq no tiene las pretensiones moralistas de Estados Unidos.

El mayor perdedor por las limitaciones a la libertad de expresión, y por la creciente confusión entre información y propaganda de los medios informativosa de la Unión Americana, es el propio pueblo estadounidense. Una de las grandes fortalezas del sistema político estadounidense ha sido precisamente su libertad de expresión, la cual permitió el surgimiento del movimiento de derechos civiles de los años sesenta y el cuestionamiento de la guerra de Vietnam. Es verdad que la libertad de información tiene costos. La difusión de imágenes de soldados estadounidenses asesinados y vejados públicamente, por ejemplo, fue el catalizador del retiro de las tropas estadounidenses de Somalia en 1994 y de la decisión posterior de no intervenir para evitar el genocidio de Ruanda. Pero la situación actual, en que los estadounidenses tienen que recurrir a medios del exterior para saber lo que está ocurriendo en su guerra, es un golpe muy fuerte para un país que durante mucho tiempo tuvo la mayor libertad de expresión del mundo.

Retaguardia

La ofensiva anglo-estadounidense se ha dirigido a toda velocidad contra Bagdad pero dejando atrás bolsas muy importantes de resistencia. No es común, sin embargo, que un ejército deje tropas enemigas activas en su retaguardia.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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