Reuters
ABIDJÁN, COSTA DE MARFIL.- El ejército y los rebeldes de Costa de Marfil declararon formalmente ayer el fin de la guerra en la nación de África occidental, con la esperanza de sofocar la insurgencia en el principal productor mundial de cacao.
La ex colonia francesa entró en guerra en septiembre después de un frustrado golpe de Estado contra el presidente Laurent Gbagbo. El país sigue dividido entre el norte, mayoritariamente poblado por musulmanes, en manos de los rebeldes, y el sur, con fuerte presencia de cristianos, controlado por Gbagbo.
La lucha cesó al acatarse un cese del fuego en mayo, pero las tensiones han resurgido tras un ataque contra un ministro rebelde en Abidjan y amenazas rebeldes de retirarse del proceso de desarme a menos que Gbagbo designe nuevos ministros de Defensa y Seguridad.
Las dos partes acordaron hacer sus anuncios ayer debido a la seria amenaza a la reconciliación nacional y para tranquilizar a la población de 16 millones de habitantes de Costa de Marfil.
El ejército de Gbagbo y los rebeldes, que ahora se autollaman "Nuevas Fuerzas", dijeron que trabajarán juntos "para disuadir cualquier asomo de un retorno de la guerra mediante irresponsables manipulaciones clandestinas".
Gbagbo logró el acercamiento al convocar a la Asamblea Nacional para que aprobara una amnistía para los rebeldes, que permitirá que quienes quieran hacerlo, se unan a un nuevo ejército.
El proyecto de ley será presentado al parlamento la próxima semana.
Varios dirigentes políticos del partido gobernante de Gbagbo han protestado contra la aprobación de la ley, argumentando que antes deben desarmarse los combatientes rebeldes.
El desarme está tentativamente previsto para comenzar en agosto y concluir el 15 de septiembre, apenas cuatro días antes del primer aniversario del frustrado golpe de Estado.