“Una nación permanece fuerte mientras se preocupa de sus problemas reales, y comienza su decadencia cuando puede ocuparse de los detalles accesorios”.
Arnold Toynbee
Davos, Suiza.- La idea de crear un Tratado de Libre Comercio de América del Norte nació en las nevadas cumbres de Davos en enero de 1990.
El anecdotario nos dice que, incapaz de dormir, un Carlos Salinas de Gortari, vestido de piyama y bata, tocó a altas horas de la noche a la puerta del cuarto de su secretario de Comercio, Jaime Serra Puche, y le pidió que hablara con Carla Hills, la representante de Comercio de Estados Unidos que también se encontraba en Davos. El tema de conversación había de ser la negociación de un tratado de libre comercio entre los dos países.
La idea no le había llegado de repente al entonces presidente Salinas. En menos de un año -desde su viaje a Francia para celebrar el bicentenario de la Revolución Francesa en julio de 1989 hasta esta nueva gira europea- la actitud de los Gobiernos y los empresarios europeos hacia México había cambiado de manera radical. Si bien México había conseguido la tan buscada renegociación de su deuda pública, los europeos no parecían interesados en invertir en México tras la caída del muro de Berlín. Nuevos y más interesantes mercados se abrían en Europa oriental. Se dice que el propio canciller germanooccidental, Helmut Kohl, le sugirió a Salinas que, para lograr una mayor atención de los europeos, le convenía buscar un acuerdo comercial con Estados Unidos.
Serra Puche habló con Carla Hills al día siguiente, pero ésta se mostró escéptica ante la posibilidad de que su país quisiera negociar un tratado de libre comercio con México. Canadá, que ya tenía un acuerdo de esa naturaleza con la Unión Americana, había sido un caso especial, por su similitud de economía y cultura con Estados Unidos. Pero Washington estaba más interesado en seguir la vía multilateral de liberalización a través de la Ronda Uruguay del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT).
La señora Hills, sin embargo, consultó el tema con el presidente George Bush, padre, y éste la sorprendió al darle luz verde para empezar las negociaciones.
El Foro Económico Mundial de Davos -una reunión organizada desde 1971 por el profesor de la Universidad de Ginebra Klaus Schwab- cuenta con muchas historias como ésta. Durante décadas ha ofrecido un escenario especial para el intercambio de ideas entre grandes empresarios, gobernantes, funcionarios públicos de alto nivel, académicos, intelectuales y miembros de organizaciones no gubernamentales. Unas mil empresas internacionales le proporcionan con sus cuotas independencia financiera. Si bien hay quienes afirman que el Foro ha perdido parte del encanto que tenía en el pasado, cuando el número de participantes era menor, no hay duda de que ésta es la reunión más importante del mundo en su categoría.
Este año el Foro regresa a Davos después de un año en Nueva York. La idea es recuperar un poco el sentido de aislamiento e intimidad que proporciona este centro de esquí de la zona alemana de Suiza. Aun así, se reunirán este año en Davos más de 2,150 participantes de 98 países. Entre los jefes de Estado y de Gobierno que acudirán a Davos se encuentra el presidente Vicente Fox, quien volará esta tarde para Suiza.
El tema principal del Foro este año es “Construir la confianza”. Los escándalos financieros de empresas como Enron y WorldCom han generado un profundo deterioro en la confianza de la gente a las grandes compañías. Según una encuesta realizada por el propio Foro, en Estados Unidos la confianza en las grandes corporaciones locales bajó de un rating (que se calcula restando del porcentaje de confianza el porcentaje de desconfianza) de +12 en diciembre del 2000 a -12 de diciembre en agosto del 2002. En México la cifra era de +35 en el 2000 pero cayó a -1 en el 2002. En un país como Argentina pasó de -34 a -62.
Para el presidente Fox, que acude a Davos como antes lo hicieron sus predecesores Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari, el propósito del viaje es construir confianza en la economía mexicana. El Presidente mexicano tiene que convencer a los inversionistas internacionales que México sigue siendo un destino competitivo para las inversiones. Y en ningún lugar del mundo encontrará una mayor concentración de grandes empresarios.
Cruceros
El intento de algunos hoteleros de Cancún para impedir la construcción de un puerto para cruceros en la Riviera Maya ha sido absurdo. El turismo de toda la zona se beneficiará de que ese puerto se encuentre en México y no en el extranjero. El intento del Gobierno Municipal por cobrar una cuota de 30 dólares por pasajero podría también orillar a los inversionistas a irse a otros países.