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La Región Laguna obtuvo apenas un campeonato estatal de basquetbol, durante la competencia que ayer finalizó en diferentes escenarios de Torreón; fue el equipo de Pasarela Femenil, al vencer en dramático partido al representativo de Saltillo. Una competencia que deberá dejar grandes experiencias a los entrenadores y también a los árbitros laguneros, quienes se vieron pisoteados y tristemente en su propia casa.

El sábado a las 9:00 horas estaba anunciada la ceremonia inaugural y desde ahí empezó el retraso, faltaban pocos minutos para dar inicio al acto, cuando muchos detalles aún no estaban resueltos. En lo que debe ser una competencia netamente deportiva, no faltaron los políticos que sólo acudieron a recibir reclamos por el nulo apoyo ofrecido a quienes primero fueron representantes de Torreón.

Esta competencia estaba programada para celebrarse una semana antes, pero el comité organizador nada tenía preparado y fue así como vino el atraso; la junta previa, celebrada el jueves por la noche, no definió algunos puntos de interés, como el calendario de juegos, el cual se pretendía dar a conocer para que los aficionados al basquetbol acudieran a su escenario favorito.

La jornada matutina del viernes se realizó más o menos dentro de lo normal, pero para el juego de Pasarela Varonil, entre Laguna y Monclova, el atraso ya era de cuatro horas y media; dicho encuentro estaba señalado para las 17:45 horas y arrancó hasta las nueve y cuarto de la noche. En esta jornada se vio algo que podría formar parte del Libro de Records Guiness, cuando dos árbitros se encargaron de dirigir diez partidos, en un aspecto absolutamente inhumano. Miguel Flores Delgado, de Saltillo y José Miguel González Rocha, de Múzquiz, fueron los héroes de esta maratónica jornada.

Ya para las cuatro de la tarde el Auditorio Municipal de Torreón parecía algo semejante a un muladar, los equipos visitantes dejaron los restos de sus alimentos en donde mejor les pareció y fue así como los asistentes al escenario fuimos testigos de ese bochornoso espectáculo. Willy Román pidió a sus jugadores asear ese espacio y fue así como el escenario quedaba presentable.

Arbitraje de Saltillo llegó a Torreón para hacerse cargo, casi en su totalidad de los partidos, mientras que los silbantes de esta ciudad fueron ignorados, en un hecho que aparentemente pasa desapercibido, pero es un foco de alerta que debe servirles para abrir los ojos y organizarse mejor. El divisionismo entre los árbitros laguneros es enorme y la Asociación de Basquetbol de Coahuila aprovechó la situación para traer a su gente, sin permitir que persona alguna de Torreón se acercara a la mesa de anotaciones, en donde se dieron una serie de irregularidades dignas de una liga ranchera, con todo respeto para los practicantes del basquetbol en las comunidades rurales.

Los silbantes, como verdaderos sonámbulos, trataban de cumplir su labor y en la mesa de anotaciones se aceptó la ayuda de Arturo Liu, al que no se le permitió estar ahí al día siguiente; Saltillo estaba en la final y no se quería tener gente extraña. La jornada no fue menos pesada para la anotadora, que en repetidas ocasiones se olvidó de voltear la bandera amarilla que señala la posesión de la pelota en caso de una bola entre dos.

El viernes, cerca de la media noche terminó el último juego de la jornada y la Región Norte salió con la derrota, el equipo estaba anunciado para jugar el sábado a las nueve de la mañana y lógicamente no estuvieron a tiempo, por lo que se decretó el default. Las irregularidades se multiplicaban y nadie que resolviera había a disposición, por lo que la competencia pasa a la historia como una de las peor organizadas y en donde se hizo un total ridículo tripartita, entre el Departamento Municipal del Deporte en Torreón, el Instituto Estatal del Deporte en Coahuila y la Asociación de Basquetbol de Coahuila, cuyo secretario se dedicó a hacer señales obscenas a parte del público que asistió a apoyar a La Laguna en la final de Pasarela Varonil, frente a Saltillo.

Vale la pena referirse a este partido por ser uno de los de mayor polémica dentro de la competencia. El punto uno que se debe aclarar, es que el arbitraje fue pésimo y si hubiera un peor calificativo a esa palabra, se le daría, sin embargo, el trabajo de los silbantes no influyó en la derrota lagunera, porque los jóvenes saltillenses supieron aprovechar las facilidades del rival en el tercer cuarto. El coach de Saltillo en Pasarela Varonil, merece todo el respeto, por conducirse como una persona seria y respetuosa, pero quien dice ser secretario de la Asociación de Basquetbol de Coahuila sí deja mucho qué desear y el más reconocido cholo del barrio de Tepito, tiene mejor educación que este personaje, moreno de la piel, pero pálido al final del partido, al temer que siquiera una de sus muchas agresiones fueran respondidas en su contra.

Queda entonces una experiencia amarga, pero igualmente valiosa si se aprovecha lo vivido; actualmente no existe la Asociación de Basquetbol de La Laguna, porque Ismael Martínez y Eduardo Ganem, que mucho bien hicieron, fueron criticados por quienes ni botar un balón saben y muy pronto olvidaron aquella Selección Laguna de Primera Fuerza ?A? que viajó a Zacatecas perfectamente uniformada.

Mientras los entrenadores y los árbitros en La Laguna no se unan, el llamado Deporte Ráfaga de la región irá como los cangrejos y eso será aprovechado por el Instituto Estatal del Deporte y la Asociación de Basquetbol de Coahuila para hacer las cosas como a ellos mejor les convenga. Por lo pronto, los árbitros laguneros fueron pisoteados, como muchas veces lo han sido los entrenadores; en la medida que no exista una verdadera unión, de Saltillo van a aprovechar la situación para hacer su santa voluntad, porque de la capital de Coahuila hacia el norte, parece ser que no existe deporte alguno.

Por ahora el primer paso es muy claro, se requieren torneos permanentes, pero no como los actuales, negocio redondo para los organizadores. El segundo paso es asignar las instalaciones deportivas a gente que viva para el deporte y no se sirva de él. El Gimnasio de las Alamedas es un claro ejemplo, al ser controlado por una familia que parece inamovible; ahí se realizan torneos que son negocio familiar, se controla la tienda y hay de quien intente meterse en esos terrenos.

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