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Fracaso en Cancún

Sergio Sarmiento

“La crisis de la ronda (de Doha) podría desencadenarse en Cancún...” Ernesto Zedillo

Los globalifóbicos siempre listos a desnudarse para proteger los privilegios de los países ricos no tienen en realidad por qué preocuparse. Queda ya muy claro que la reunión de Cancún no logrará ningún avance significativo en la apertura del comercio internacional. De hecho, en las circunstancias que se están dibujando no tendría sentido siquiera continuar con la costosa reunión. Sólo que la fiesta ya está convocada y nadie quiere cancelarla aun cuando no haya nada qué celebrar.

La reunión de Cancún debía ser un hito importante en el camino de la ronda de negociaciones de Doha de la Organización Mundial de Comercio iniciada en noviembre del 2001 y que busca eliminar subsidios y protecciones antes de enero del 2005.

A Cancún, sin embargo, había que llegar con acuerdos ya establecidos que simplemente se formalizarían en el centro de convenciones de este destino turístico de Quintana Roo. Y la verdad es que los acuerdos simplemente no se han logrado.

El tema principal de discusión en esta ronda de Doha es el de subsidios y protección a los productos agrícolas. Representantes de Estados Unidos —país que de hecho acaba de aumentar sus subsidios agrícolas— y de la Unión Europea —que los mantiene en el mayor nivel del mundo— se reunieron en varias ocasiones a lo largo del año para tratar de conseguir un acuerdo base previo a Cancún. Al final lo único que lograron, en agosto pasado, fue un convenio de vagos términos en el que se comprometieron a reducir los subsidios y aranceles agropecuarios sin señalar cuándo, ni en qué montos, ni en qué productos.

Algo similar ha ocurrido con la batalla de los países menos desarrollados por conseguir que las empresas farmacéuticas de las naciones ricas les permitan no solamente copiar las medicinas de patente sino exportarlas a otros países pobres. En este tema hubo también un acuerdo de los países desarrollados de permitir la importación de medicamentos genéricos por los países pobres. Pero el acuerdo, una vez más, no incluye detalles. Y la experiencia nos dice que en estos temas en los detalles está la aplicación. Esta falta de acuerdos concretos en la recta final condena de hecho a Cancún a la irrelevancia.

Las reuniones cumbre —especialmente las ministeriales a las que no asisten jefes de gobierno— no son el marco adecuado para obtener acuerdos importantes. Lo que hacen los asistentes a estas reuniones es leerse unos a otros ponencias académicas en las que reiteran posiciones ya conocidas. Así, hoy y hasta el día 14 en que se clausura la reunión escucharemos discursos en que Europa y Estados Unidos señalarán su disposición a eliminar subsidios y abrir mercados agrícolas, pero sin comprometerse a detalles específicos que pudieran lastimar a las grandes corporaciones beneficiadas con este trato preferencial. A su vez, los países en desarrollo, incluido México, exigirán la eliminación de los subsidios y barreras de los ricos sin atreverse ellos mismos a abrir sus propios mercados. Tan poco importante se ha vuelto la reunión de Cancún que ya han cancelado su participación el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Horst Köhler y el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn.

El presidente Vicente Fox sí asistirá a Cancún, pero sólo para la inauguración. Ni siquiera pernoctará en Cancún. La verdad es que si hubiera congruencia, la reunión de Cancún estaría siendo cancelada. Pero nadie se atreve a hacerlo. Las autoridades mexicanas han erogado ya mucho dinero de los contribuyentes para organizar esta fiesta y el simple hecho de que ya no haya nada qué celebrar no les impedirá gastar lo que les queda de presupuesto. Los globalifóbicos se han reunido ya para su semana de fraternización bajo el sol y no están dispuestos a irse a casa por el simple hecho de que los burócratas han resultado más adeptos que ellos mismos para impedir la globalización. Una vez que este próximo 14 de agosto acabe la reunión de Cancún, sin embargo, habrá que sacar los saldos obtenidos. Y lo más probable es que después de todos los discursos no quede nada más que buenas intenciones.

El costo

Como en los tiempos de Luis Echeverría y José López Portillo, México se ha convertido nuevamente en escenario de grandes reuniones internacionales. Pero igual que entonces se nos ocultan los costos. Cualquier empresa hace estudios de costo-beneficio de sus inversiones. ¿Por qué no se nos dice entonces a los mexicanos cuánto hemos gastado en las reuniones cumbre de Monterrey, Los Cabos y Cancún y qué beneficios hemos obtenido?

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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