Desde hace varias décadas se conoce a fondo el daño que produce el tabaco, pero los fumadores empedernidos (por no decir viciosos), no querían “dar su brazo a torcer” haciéndose tontos solos, porque el hecho de que no lo reconocieran no quería decir que no presentaran el peligro de cáncer y de muerte, además del dramático enfisema pulmonar. El tema en etapas avanzadas es médico; pero en sus inicios es psicológico, después ya se convierte en asunto de ambas disciplinas. La mortalidad ocasionada por el tabaco aumenta de manera constante en América Latina por el crecimiento demográfico, pero principalmente debido al incremento en el número de jóvenes fumadores. Si continúan las mismas pautas del consumo actual, para el año 2020 causará más de 10 millones de muertes en el mundo entero.
Las personas empiezan a fumar por “pose”, se sienten muy mundanas por el hecho de estar echando humo como en el cine y las telenovelas, además de sentirse adultas y aceptadas. En ese despertar al cigarro hay gente que logra escaparse en sus inicios, pero existe otra que queda atrapada (con salida, si se tiene voluntad). Aquí es donde aparece el problema psicológico, porque las adicciones se dan en personas de carácter dependiente que necesitan de “algo” para sentirse seguras. Los factores que inducen al adolescente a fumar, de acuerdo a la OMS son: curiosidad; aceptación del grupo social; anticipación a la adultez; ejemplo de los padres, hermanos mayores, maestros; disponibilidad y rebeldía (uno de los mecanismos más importantes).
Se identifican 7 motivos para el mantenimiento del hábito: 1. Tabaquismo psicosocial, en donde se utiliza el valor simbólico del fumar para crear una imagen de intelectualidad, precocidad y sensualidad. 2. Tabaquismo sensorio motor, incluye las manipulaciones manuales orales y respiratorias para procurarse placer, siendo todo ello un ritual sensorial y motor muy gratificante. 3. Tabaquismo por indulgencia, se fuma por placer en los períodos de descanso y relajamiento. 4. Tabaquismo sedante, se fuma para sobrellevar la ansiedad. 5. Tabaquismo estimulante, para desempeñar mejor tareas monótonas y continuar trabajando. 6. Tabaquismo adictivo, se experimentan síntomas de supresión a los 20 ó 30 minutos de no fumar ocasionando que se consuma cada vez mayor cantidad para evitar la falta de droga. 7. Tabaquismo automático, en fumadores muy voraces, quienes fuman por estimulación y por adición, encendiendo el cigarro en forma automática, aunque tengan otro prendido.
Existen dos tipos de dependencia: 1. Psicológica, siendo el uso compulsivo del cigarro sin dependencia fisiológica, pero que al suprimirlo siente la imperiosa necesidad de fumar. Desde el punto de vista conductual el hábito es un reforzamiento, por lo que el fumar es una conducta altamente reforzada, además de que los efectos negativos no se observan a corto plazo. 2. Física, siendo un estado de adaptación biológica del organismo a la nicotina. Los pacientes con factores de riesgo genéticos, metabólicos u ocupacionales deben ser severamente advertidos para no fumar. Se han identificado en el humo del cigarro más de 4000 compuestos tóxicos, siendo los más importantes: la nicotina, el alquitrán y el monóxido de carbono.
Existe tabaquismo en el niño, siendo el tabaquismo pasivo. El fumador pasivo expuesto en forma crónica al cigarro puede presentar daños similares a los del fumador activo. ¿Le parece justo que su niño fume a través de usted? Este día 3, Día de no fumar, evite que su niño inhale el humo que no le corresponde ni merece.