Reuters
BELGRADO, Yugoslavia.- Cientos de miles de personas marcharon ayer en la procesión funeraria del primer ministro serbio Zoran Djindjic, asesinado por un francotirador el miércoles.
Fue la mayor concentración popular en Serbia desde la insurrección callejera liderada por Djindjic y otros reformistas, que derrocó al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic en el 2000, tras una década de guerras y ostracismo internacional para la empobrecida república.
Decenas de miles de personas, muchas de ellas llorando, llenaron las calles con flores, mientras la procesión con el cuerpo del político de 50 años se dirigía desde la catedral de Santa Sava hasta el Nuevo Cementerio de Belgrado, donde fue sepultado con honores militares.
Una fuente policial dijo que hubo medio millón de personas en la procesión.
La policía ha detenido a más de 180 personas hasta ahora, y ayer anunció el arresto de cerca de 20 presuntos líderes de una poderosa pandilla criminal de Belgrado que el gobierno cree que estuvo involucrada en el asesinato del primer ministro.
Representantes de gobiernos occidentales, entre ellos el canciller griego George Papandreou, rindieron tributo al hombre a quien se le atribuye el fin del gobierno autoritario de Milosevic.
Papandreou dijo que la Unión Europa, que ahora preside Grecia, ayudaría a Serbia a llevar a la justicia a los asesinos.
“Dejemos saber a los cobardes asesinos que ellos no pueden quedar, y no quedarán, sin castigo”, dijo. Dentro de la catedral se realizó una ceremonia religiosa mientras soldados de tropas antiterroristas, vestidos de negro, custodiaban el templo en las afueras.
La viuda y los dos hijos de Djindjic, así como ministros del gobierno, líderes religiosos y militares y otros dignatarios, desfilaron cerca del ataúd, cubierto con la bandera roja, azul y blanca de Serbia. Fue el mayor funeral en Belgrado desde que murió el dictador comunista Josip Broz Tito, en 1980. Simpatizantes de Djindjic procedentes de toda Serbia, portando velas, flores o afiches del político, y compañeros de clases de sus hijos se alinearon a la entrada del cementerio, sosteniendo rosas blancas y rojas.
Djindjic, que fue asesinado en las afueras de un edificio gubernamental, era considerado por Occidente un reformista en favor de la democracia, pero era odiado por muchos nacionalistas serbios.
Él fue responsable del envío de Milosevic ante la Corte Penal Internacional de La Haya, donde el ex presidente yugoslavo es juzgado por genocidio y crímenes ante la humanidad en Croacia, Bosnia y Kosovo.