Interrogado por un reportero sobre si abrigaba sueños presidenciales, el Jefe del Poder Ejecutivo de Veracruz, Miguel Alemán Velasco, corrió el burel del futurismo hacia seis de sus actuales colegas, entre los cuales destaca el gobernador de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez. Éste, con propia decisión política, afrontó el envite de su homólogo y declaró públicamente que desea competir por la presidencia. Sin duda lo apoyaremos los coahuilenses, que desde el tercer decenio del siglo XX no hemos tenido a un paisano en el cargo de mayor responsabilidad de la nación mexicana. En los albores del México independiente hubo un coahuilense en esa relevante posición: don Melchor Múzquiz, nacido en Santa Rosa, en el Norte de Coahuila quien gobernó al país del 14 de agosto al 27 de diciembre de 1832, apenas durante cuatro meses y trece días.
En el remolino de la Revolución Mexicana también fueron presidentes don Francisco Ignacio Madero González, don Venustiano Carranza, el general Eulalio Gutiérrez y el general Roque González Garza. Las condiciones en que dirigieron al país no fueron precisamente las más cómodas. El señor Madero tomó posesión de la Presidencia por mandato electoral popular el seis de noviembre de 1911 y gobernó a la República en medio de múltiples problemas políticos, hasta el 22 de febrero de 1913 cuando fue asesinado por órdenes de Victoriano Huerta. Electo para cuatro años de gestión presidencial, Francisco I. Madero sólo gobernaría durante 14 meses y 22 días.
Al Presidente Venustiano Carranza lo mandó acribillar en Tlaxcalantongo el general Álvaro Obregón, su secretario de Guerra. El Barón de Cuatrociénegas había empezado a ejercer el poder político en la República desde los últimos meses de 1913, en las regiones que conquistaba como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, pero fue hasta el 30 de abril de 1917 cuando el Congreso Constituyente lo declaró Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Antes de concluir su período de cuatro años, en 1920, Carranza intentó imponer al ingeniero Manuel Bonillas como sucesor, lo cual indignó al general Obregón en su contra. Carranza se desplaza a Veracruz y Obregón ordena a Rodolfo Herrero que sea perseguido, emboscado y victimado.
Antes, al triunfar sobre Victoriano Huerta, los revolucionarios se habían dividido en una cruenta lucha por el poder de la nación. Luego convocaron a la convención revolucionaria en el deseo de dar una solución de unidad al conflicto. Así fue designado Presidente interino de México el general coahuilense Eulalio Gutiérrez, quien tomó posesión el seis de noviembre de 1914, se instaló en Palacio Nacional y fue depuesto por la misma convención el 17 de enero de 1915. El general Gutiérrez soslayó aquella deposición y organizó un Gobierno trashumante por aproximadamente seis meses hasta que renunció en Ciénega del Toro, Nuevo León, el dos de junio de 1915. Después de Carranza los políticos coahuilenses destacados padecieron la inquina del Gobierno obregonista, salvo el general Manuel Pérez Treviño quien de alguna manera logró salvarse, acaso por la intervención del licenciado Miguel Alessio Robles, quien era secretario particular del presidente Álvaro Obregón. Pérez Treviño se convirtió en Jefe del Estado Mayor Presidencial y posteriormente fue enviado a Coahuila para resolver el conflicto de los diputados contra el gobernador Arnulfo González. Luego sería electo gobernador constitucional del Estado y al concluir su gestión pudo designar como sucesor a Nazario Ortiz Garza. Al fundarse el PNR por Plutarco Elías Calles resultó elegido primer Presidente del comité ejecutivo nacional. En seguida compitió por la candidatura del PRI a la Presidencia de la República contra Lázaro Cárdenas, pero fue derrotado, ofreciéndosele la embajada ante el Gobierno de España. Allá lo sorprendió la guerra civil, siendo notable su generosa protección a los perseguidos españoles.
El ex gobernador Raúl López Sánchez también estuvo cerca de la nominación presidencial, por su amistad con el licenciado Miguel Alemán Valdez, pero se lo impidió un mal cardiaco. En el mismo sexenio se hablaría mucho de las posibilidades presidenciales del secretario de Agricultura del Gobierno alemanista, Nazario S. Ortiz Garza. Después nadie más entre los políticos coahuilenses llegaría siquiera a ser mencionado como precandidato..
Enrique Martínez y Martínez tiene, ante sí, una verdadera oportunidad para el año 2006. Ya no hay Presidente autoritario que ordene, mande y disponga quién será el candidato del PRI. El grupo neoliberal y tecnócrata está muy alejado de los priistas revolucionarios y cada vez se afirma la convicción de que las próximas elecciones sólo serán ganadas por un priista de conciencia social. Con Roberto Madrazo en este lado y Beatriz Paredes en el otro, la oportunidad se abrirá para quien oportunamente logre armonizar y unir las posiciones encontradas. Para el pueblo, una tercera vía en la política mexicana sería felizmente aceptada y agradecida. En tres años de Gobierno en Coahuila Martínez y Martínez ha logrado afirmar su liderazgo en el estado con eficiente administración, brillante programa de obras públicas, sólida defensa de los intereses coahuilenses ante el centralismo y un gratificante sentido humano en el estilo de gobernar.
Es muy pronto, dirían otros mandatarios estatales aludidos por Alemán junior en sus declaraciones; pero pronto veremos, en verdad, que se fugarán los días, los meses y los años. La nueva política mexicana exige ganarle tiempo al tiempo, aunque el viejo dicho asevere: ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre....