En la fotografía Chuayffet levanta con ambos brazos hasta la altura de su frente la constancia de su triunfo en la elección de coordinador parlamentario y sonríe con toda su cara. Lo contrario le pasó a la Gordillo pocos minutos después, en cuanto sus achichincles le fueron con el chisme que, de inmediato, le exaltó la bilis, y no puso el grito en el cielo porque sabe que Dios está muy alto y los que le hicieron esa jugada, para cobrarse el mal trato que les venía dando, están a su alrededor; pero, sí declaró que dejar de ser lo que hasta entonces era no lo iba hacer así como así, y allí están ambos, una pidiendo amparo y otro buscando hacer valer su nombramiento. Ganará, no el que tenga más saliva, sino el que tenga relaciones más poderosas.
De todas maneras, en estos tiempos en que al país lo que le sobran son problemas, enfada el hecho de que la Gordillo se resista a dejar algo para lo que su propio partido ha nombrado a otro, como si su nombramiento hubiera sido de por vida, y lo toma como si tal situación fuera el asunto más importante del país y al que hay que atender de inmediato, resolviendo a su favor.
Cuando estos personajes comienzan a pensar así, alguna ley debía haber, que permitiera bajarles los humos y mandarlos a sus casas a descansar de por vida, pues han dejado de pensar en su país para sólo pensar en ellos, creyéndose intocables.
Esto es a veces la diferencia mayor entre los empresarios y los políticos, que las motivaciones más apremiantes de los políticos siempre serán el interés pecuniario, es decir, obtener y no soltar los puestos que, en alguna forma, les faciliten el hacer fortuna y seguirla aumentando sin riesgo y con seguridad, en tanto que el jefe de empresa que continúa arriesgando sus beneficios tras haber hecho fortuna, o el Ejecutivo que quiere imponerse son impulsados por unos sueños más secretos y más poderosos que el sólo afán de lucro.
El ejemplo que está dando con su actitud Elba Esther Gordillo es de lo peor, siendo que el que debía dar es el de la disciplina a las decisiones mayoritarias de su propia gente.
Por otra parte en un futuro ya inmediato lo que México necesita, más que políticos, es gente dedicada a producir más y mejor que nunca, pues en los últimos años, mientras nosotros hemos caminado como dicen que camina el cangrejo, para atrás, muchos países de los que antes éramos proveedores, se han vuelto productores de lo que nos compraban y de otros artículos más, cambiándose los papeles. Así que más que políticos peleoneros, que por los sueldos de algunos de ellos revelados últimamente, vemos que muchos no desquitan, lo que necesitamos son más empresarios, no changarreros únicamente, sino empresarios audaces y decididos a crear grandes fuentes de trabajo con una mística de hacer las cosas y hacerles bien para sentir el orgullo de haberlas hecho. Lo demás son chismes de comadres que nada dejan.