El torneo oficial de la Primera División "A", el más complicado del mundo para ser campeón, ha terminado con el ascenso del Irapuato al máximo circuito del balompié nacional. Y digo que es el más difícil porque hay que ser campeón tres veces, es decir, el Apertura, el Clausura y si sólo se obtuvo uno de estos dos torneos, jugar una finalísima parecida a la que jugaron los freseros contra el León.
Sin embargo, durante la Liguilla del último torneo sucedió una sorprendente cantidad de irregularidades que deben ser investigadas a fondo, sobre todo si se quiere mantener el buen nombre de nuestro futbol, amenazado permanentemente por la sombra del dinero sin rostro que puede fácilmente introducirse y suele encubrir enjuagues y corruptelas.
La voz cantante en cuanto a situaciones anómalas las llevó el Club León puesto que todos sus encuentros tuvieron incidentes que mancharon la victoria del cuadro esmeralda.
Primero, la denuncia del Tabasco respecto a un supuesto espionaje en el vestidor del visitante en el "Nou Camp" con aparatos sofisticados para saber por adelantado la táctica a seguir; posteriormente, el hotel donde se alojaba el Correcaminos fue prácticamente rociado con gases lacrimógenos lo que motivó una intoxicación en algunos elementos del cuadro visitante y el desvelo del plantel, finalmente, al Tapatío lo cosieron a patadas en la final y así lograron llegar hasta el juego frente a Irapuato.
La semana previa a la "finalísima" se filtró la información de que la franquicia de los freseros sería vendida precisamente al León, y en un acto francamente inusual un grupo armado tomó por la fuerza las instalaciones del estadio "Sergio León Chávez" aparentemente patrocinado por la directiva leonesa.
La respuesta no se hizo esperar y en otro acto de tintes vandálicos, pues del otro lado también hace aire, un grupo de seudoaficionados llamados los "Hijos de la Mermelada" irrumpieron en el inmueble y sacaron de la oreja a los invasores; éstos se dijeron integrantes de la Policía Bancaria e Industrial del Distrito Federal refiriendo que fueron contratados por el empresario Carlos Ahumada a la sazón presidente de los panzas verdes.
Conclusión.- El poderío económico de grupos ajenos al deporte se está metiendo en el futbol y el riesgo es que el truco, la trampa, la corrupción y la violencia lleguen a "colombianizar" nuestro balompié.
Empezamos con las llamadas "barras bravas" que han ahuyentado al público de los estadios, continuamos admitiendo "empresarios" que se dicen solventes y terminan aventando el arpa dejando colgados de la brocha a los jugadores y a la propia Federación.
En lo deportivo, Irapuato fue un dignísimo contendiente y un gran campeón. Felicidades.
Otra situación irregular pero ésta imputable a la H. Comisión de Árbitros fue la sorpresiva designación en el partido de ida de Jorge Eduardo Gasso. Este silbante a quien le han brindado un sinnúmero de oportunidades carece del perfil mínimo para conducir un encuentro con tantos intereses deportivos y económicos.
Gasso permaneció suspendido un buen rato en el torneo pasado y su único mérito real es ser hijo de Alfredo Gasso, miembro del Comité Arbitral.
Designación imprudente y temeraria que pudo dar al traste con el trabajo no sólo del grupo de silbantes sino de los equipos involucrados.