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Guarderías sustituyen a niñeras

Jóvenes narran su experiencia como cuidadoras de infantes

SUN-AEE

MÉXICO.- Las nanas a la antigua, según las pláticas de nuestros abuelos, eran regordetas, cariñosas y algunas hablaban en maya. En la actualidad se llaman niñeras, tienen entre 18 y 26 años de edad, les gusta viajar y quieren aprender francés, inglés, italiano o alemán.

En México la figura de la niñera ha sido sustituida por las guarderías o por algún pariente “resignado’’ a cuidar a los niños mientras los padres trabajan, pero en otros países este oficio es común y las niñeras son consideradas parte de la familia.

La labor de una “baby-sitter’’ es complicada y de mucha; sin embargo, hay compatriotas que están dispuestas a dedicarse a este oficio, mientras aprenden el idioma en el país al que se van, por ser una de las formas más económicas para estudiarlo.

El perfil que se requiere es gusto por los infantes y experiencia. El oficio no sólo está basado en el cariño, exige tolerancia, madurez y mucha energía para aguantar el ritmo de los pequeños.

Brizia Aguilar, quien se fue por su propia cuenta, recuerda que no fue sencilla su estancia en Inglaterra, lugar en el que radicó un año durante el cual estuvo a cargo del pequeño Bryan.

“El primer problema al que me enfrenté fue el idioma. Aunque tenía el nivel básico de inglés, era difícil poder entender a un niño de seis años -dice-. Él era muy travieso y era imposible controlarlo cuando no entendía lo que trataba de decirle".

Su rutina era cuidar a Bryan por las mañanas e ir a la escuela de idiomas por la tarde. Ella, por el contrario, recibía casa y hogar por parte de la familia británica, y un sueldo fijo, suficiente para solventar sus estudios.

Cuando se trata de cuidar dos

La experiencia de Olga Valenzuela al ser niñera fue divertida. Su gusto por los niños y su carácter alegre le facilitaron su estancia en Estados Unidos, además de permitirle aprender el idioma Inglés.

“Cuidé durante un año a Kaitlyn y Ashley, dos gemelitas de cinco meses. Con ellas me aprendí las letras de las canciones de Barney y también a preparar biberones. En ocasiones me tocaba cambiarles el pañal. La primera vez que lo hice me ensucie’’, ríe.

Su trabajo consistía, entre otras cosas, en doblar la ropa limpia de las niñas, darles de comer, jugar con ellas y sacarlas a pasear. Estas actividades las realizaba durante una jornada de cinco horas, de lunes a jueves.

De acuerdo a Itzel Lara, quien se fue como niñera a Francia para dominar la lengua de ese país, cuenta que la agencia Edueuropa, la contactó con la familia francesa y que durante su estancia ahí era parte de ellos.

“Me ayudaban con las tareas y a practicar el idioma -señala-. Tenía un cuarto para mí sola. Me daban mis tres comidas al día y un sueldo fijo para hacer lo que yo quisiera con él".

Sus obligaciones eran estar al pendiente de los gemelos Charles y Jacques de cuatro años y estudiar el francés. Experiencia que, dice, jamás olvidará.

“Te prepara para en un futuro conozcas la responsabilidad que implica cuidar y mantener a un niño. Mis hijos adoptivos (dice en broma), eran un desastre pero muy cariñosos".

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