Como resultado de trabajos de vialidad, se encontraron restos óseos y de cerámica
MÉXICO.- Los vestigios prehispánicos hallados por expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en los trabajos para la construcción del Distribuidor Vial San Antonio podrían aportar pruebas sobre el origen de la decadencia de Teotihuacán, informaron los especialistas.
En conferencia de prensa para dar a conocer los trabajos y hallazgos hechos en el lugar, la responsable del proyecto, María Flores Hernández, precisó que el material encontrado se compone de restos óseos, cerámica, suelos y minerales.
Destacó que en el lugar, que fue el asiento prehispánico Atlacuihuayan, conocido en la colonia como barrio de Santa María Nonoalco, se han recuperado tres depósitos o entierros funerarios que corresponden a los periodos Preclásico, Postclásico Tardío y Colonial.
En las oficinas generales del INAH, en esta ciudad, explicó que el proyecto tiene dos objetivos: obtener registro de los antiguos pobladores y recabar información de las características medioambientales de esa zona de la cuenca de México.
Todo ello, abundó, para explicar los factores que propiciaron la decadencia del grupo que se asentó en lo que a la fecha se conoce como Teotihuacán.
Recordó que los pobladores de ese lugar, del grupo Tepaneca, antecedente en el poder de los Mexicas, tenían relación con Teotihuacán, por lo que se espera que en las excavaciones se encuentre material de suelos, alimentos o de otro tipo que comprueben la tesis de que una sequía causó la debacle de esa metrópoli.
Expuso que los trabajos iniciaron en marzo del año pasado, con el reconocimiento del sitio, y en octubre se hicieron los primeros pozos estatigráficos, de los cuales hoy hay nueve. Al mes siguiente se dieron los primeros descubrimientos y en diciembre los segundos.
La encargada del proyecto Distribuidor Vial San Antonio del INAH apuntó que el más reciente tuvo a lugar el 21 de enero pasado, en lo que hoy es la esquina de las calles Girardon y Ferrocarril de Cuernavaca, correspondiente ya del periodo colonial.
Flores Hernández expuso que una propuesta que se tiene es abrir un museo de sitio, que podría estar en el cruce de Anillo Periférico, San Antonio y calle Pirámide, para colocar los restos encontrados una vez que se concluyan las investigaciones.
Al respecto, comentó que a los vestigios encontrados se les practica tratamiento preventivo para después hacerles las pruebas de laboratorio y carbono 14 necesarios.
Aseguró que estas tareas no retrasan ni desvían las obras del Distribuidor Vial San Antonio y que han tenido el apoyo de los ingenieros encargados de los trabajos de construcción.
Por último, comentó que Salvamento Arqueológico del INAH recibe al año entre 250 y 300 llamados, de las cuales resultan en unos 25 rescates y 10 salvamentos, y actualmente destacan los que se realizan en el barrio Los Reyes de Coyoacán y la zona de La Lagunilla.
Al descubierto costumbres de una región
El estudio de 74 osamentas de las épocas del Preclásico y Postclásico recuperadas en el Valle de Bravo, ha permitido conocer más sobre las prácticas funerarias de la región, sus actividades económicas y costumbres religiosas, explicó Beatriz Zúñiga.
La arqueóloga del Centro INAH-Estado de México, quien está a cargo de la investigación y del proceso de análisis osteológico y arqueológico iniciado en diciembre de 2001, comentó que se pretende trabajar en un proyecto más general a desarrollar en toda el área del matlatzinca, espacio poco favorecido para este tipo de estudios.
"Intentamos conocer las prácticas funerarias de esta población, cómo acostumbraban enterrar a sus muertos, qué les colocaban y en qué posición, para así vincular este aspecto con los biológico; si eran hombres o mujeres, y qué significado tenía el hecho de que a las mujeres las enterraban orientadas hacia un lado y los hombres hacia otro", comentó.
Indicó que la investigación empezó con el levantamiento de una base de datos para que cada entierro tuviera su registro, el cual permite identificar en qué lugar se encontró la osamenta, su posición, si estaba flexionado sobre su lateral derecho o izquierdo, y el tipo de objetos que utilizaban en el entierro, datos que posteriormente se complementaron con la edad y el sexo.
Explicó que existen dos poblaciones (grupos otomianos), 11 osamentas corresponden a la época Preclásica (500 años a.C), mientras que las 63 restantes son del período Postclásico temprano (1000 y 1200 años d.C).
La posición de los cuerpos enterrados (las mujeres viendo a un lado y los hombres del otro), permitió definir el sexo de las osamentas, por lo que se determinó que 46 son femeninas, 17 masculinos, seis infantes y los cinco restantes no fueron identificados por falta de material necesario.