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Haz obras compadre...

Luis Maeda Villalobos

Usted amable lector sea analítico de la situación, que no cabe duda que a nadie preocupa, además de que la ciudadanía en general ignora el caso. Se vive en una situación crítica por muchas circunstancias y el futuro es incierto, lo que debe remediarse. En un repaso somero no perdamos de vista, que la sequía pavorosa parece interminable y por supuesto, las presas están casi vacías y los ciclos agrícolas son reducidos. Las reservas acuíferas se agotan y no hay manera de recargarlas. Sus volúmenes son desconocidos a lo cual se agrega que la población continúa creciendo con exigencias primarias, que demandan y hay que satisfacer, como el agua, los alimentos, la vivienda, el vestido, entre otras cosas, y los recursos naturales se reducen. La reforestación no se lleva a cabo por el estiaje, nuestra atmósfera, día con día, se transforma en irrespirable, nos invade la basura con desechos sólidos y peligrosos, mientras el arsénico está presto a invadir el agua, a medida que se abaten los mantos acuíferos. Se ve con tristeza la actitud de soslayo a los problemas ambientales y la escasez de agua, del sector productivo principalmente del agropecuario, de engorda, cervecero y de refresco al conocer el problema y no se inmutan al saber que existe un déficit muy grande en el acuífero principal, anunciado en el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación del 31 de enero de los corrientes, afirmado por el director de la Comisión Nacional del Agua, Cristóbal Jaime Jáquez, que en números redondos es de 183 millones de metros cúbicos.

Lo más grave del asunto es que la población se queda sin agua, principalmente las generaciones futuras que son niños, cosa que en el fondo se debe a la sobreexplotación de las aguas subterráneas, aguas que en un 90 por ciento se utilizan para producir forrajes y abrevar los ganados (por lo menos 35 mil hectáreas de alfalfa) toda una injusticia, porque primero es la vida humana.

Por otro lado, y esto es lo más grave, saber que luego de las reformas del artículo 27 constitucional, sobre la tenencia de la tierra, los campesinos ejidatarios y pequeños, en una mayoría por la pobreza y otras necesidades, están vendiendo sus parcelas y tierras a los ricos, que están comprando a precios ridículos, así como las concesiones y derechos de agua, que ahora es un gran negocio en las nuevas manos que comercian hasta con el agua que fue de los pobres campesinos.

Esta situación la estamos viviendo en La Laguna, con la aparición de un neoporfirismo, equivalente a un neolatifundismo, donde los “juniors” o nuevos ricos, son dueños de grandes extensiones de tierras y aguas. Los campesinos desplazados y en la miseria, viven en los cinturones de pobreza de las grandes urbes o se van a aventurarse a la frontera con los Estados Unidos.

El gobierno se tapa los ojos y los oídos y se dedica ahora a una nueva política de construir parques deportivos, edificios y grandes mansiones, plazas, mercados y obras suntuarias que nos recuerdan las palabras porfirianas de “¡Haz obras compadre! Y al pueblo dale pan y circo”.

Las cosas deben ser claras y en el caso del neolatifundismo, tienen la palabra la Reforma Agraria, el Registro Agrario y la Comisión Nacional del Agua. Digan al pueblo que no es cierto lo que aquí se escribe, que las tierras laguneras y los derechos de agua se encuentran en pocas manos, cuando el artículo 27 de la Carta Magna en su prescripción XV dice claramente: “En los Estados Unidos Mexicanos quedan prohibidos los latifundios”, artículo que no ha sido derogado.

Es oportuno ahora que el campesinado nacional reclama las anomalías, desigualdades y aberraciones del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá, que se ventile el caso de La Laguna con respecto a la escasez de agua, del déficit anunciado en el acuífero principal, del cual depende la vida y el futuro de la región, además del neolatifundismo, que va en contra de la Constitución Mexicana y en el análisis de la simetría en la justicia, se corrijan las cosas. No es de creerse que las autoridades federales, estatales de Coahuila y del municipio de Torreón, ignoren tal situación y desde luego, frenen y corrijan la injusticia y se apoyen en la ley. Sólo con apego al derecho, se podrá vivir en paz.

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