PUERTO TRIUNFO, COLOMBIA, (Reuters).- Diez hipopótamos salvajes deambulan por las ruinas de la abandonada finca del ex capo de la droga Pablo Escobar, dejando enormes huellas en el barro y asustando a las vacas que pastan en el lugar.
Los hipopótamos son lo único que queda del zoológico privado de Escobar. En sus tiempos de gloria, en la década de 1980, Escobar importó elefantes, rinocerontes, leones, jirafas y otros exóticos animales a su lujoso rancho en el centro de Colombia como tributo a su inmensa fortuna.
La mayoría de los animales fueron confiscados por las autoridades y transferidos a zoológicos locales después de la muerte del ex rey de la cocaína a manos de la policía en 1993.
Pero los hipopótamos se quedaron atrás.
Pese a no tener ningún guardián que los cuide, los hipopótamos, algunos de los cuales pesan dos toneladas, se han adaptado y reproducido en una laguna llena de lodo cerca del Río Magdalena como si fuera su hábitat natural. Seis de los hipopótamos nacieron en la finca. Una docena de niños desplazados juegan todo el día en los alrededores y los hipopótamos los observan desde el lago. Sólo sus gordas cabezas rojizas y sus pequeñas orejas retorciéndose nerviosamente se asoman por encima del agua. Si los niños se acercan demasiado, los hipopótamos resoplan, braman y abren sus monstruosas bocas de forma amenazadora para asustarlos.