Transforma un auto viejo y descompuesto en un flamante trineo con todo y renos
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Deambula por la ciudad repartiendo sonrisas y regalos. Ningún tránsito se atreve a infraccionarlo a pesar de que su trineo circula sin placas. Por su vestimenta en color rojo y blanco, los niños creen que es Santa Claus.
Desde hace algunas semanas llama la atención de todos. El trineo lleno de luces y el inconfundible Rodolfo El Reno despierta la curiosidad.
Cuando Jesús Octavio González Coronado era apenas un niño, recibió un regalo de las manos de Santa Claus. En esa época vivía lleno de necesidades, siempre andaba con los pies descalzos.
—Fui un niño marginado, comer una vez al día era ganancia. Recibir ese pequeño obsequio de Santa Claus me hizo feliz, se me quedó grabado para toda la vida, fue algo maravilloso.
Por eso Jesús Octavio quiso regresarle a la vida algo de lo que le dio cuando era niño. Ahora tiene 40 años y desde hace dos, en Navidad se viste de Santa Claus para repartir regalos entre los pequeños de escasos recursos.
—Ya no vivo en la pobreza gracias a Dios, no soy rico pero tampoco paso carencias, soy una persona feliz y alegre.
Además de entregar obsequios a los niños que piden dinero en la calle, también visita a los que están en orfanatorios o en una clínica.
Al principio su familia no sabía nada de lo que hacía. Ocultó que se disfrazaba de Santa Claus para evitar problemas. “Pero cuando mi esposa se enteró le dio mucha alegría y mis hijos también están muy contentos”, confiesa.
Cuenta que la mayor de sus hijas fue quien lo descubrió a pesar de su disfraz.
—Me dijo: ‘¡Tú traes la camisa de mi papá! ¡ Y tienes los ojos de mi papá! ¡Tú eres mi papá!’—. Juan Octavio no lo pudo negar.
—Al final mi hija me dijo al oído: ‘No te preocupes no voy a decir que eres mi papá’.
Además del traje de Santa Claus, lo que más llama la atención de la gente es el carro que un amigo le regaló descompuesto y que él arregló y transformó en trineo.
—Mi amigo me dijo: ‘Ahí está el carro pero tú debes arreglarlo y transformarlo’. Otro amigo me dijo: ‘Yo te pongo las piezas para que lo repares’. Un vecino me dio 300 pesos para comprar fibra de vidrio y yo por mi parte compre el resto del material, así poco a poco hice el trineo.
Y más gente lo ha ayudado: por cada juguete que compra una persona le regala dos, otros le dan donativos para los bolos. Juan Octavio está seguro que no es el único “loco” que hace este tipo de cosas en Navidad.
—Sí hay gente que se dedica a dar a los que menos tienen pero tal vez no se animan a dar la cara, porque hay personas que nos gritan groserías porque no están acostumbrados al espíritu navideño, mucho menos a ver un Santa Claus en las calles.
Pero a pesar de los insultos y las burlas seguirá repartiendo sonrisas y regalos entre los niños. A sus hijos trata de enseñarles a pensar siempre en los demás y a no perder el sentido de la Navidad.
—Una persona vacía por dentro es amargada y siempre vive mal. En cambio, cuando hay una ilusión hay una esperanza, puedes vivir pobre pero muy alegre y muy contento.
Juan Octavio participa en actos privados y el dinero que le pagan lo utiliza para comprar más regalos y bolos para los niños. Y como en estos días cierra su negocio, usa algo de los recursos para pagar la gasolina, pero nada más.
Este año ha recibido mucho apoyo de varias personas, incluso sus vecinos le dan dinero para que compre bolos o juguetes. “Eso lo manda Dios. De repente no tienes nada y luego mucho, llega de todas partes” dice.
Está seguro que si toda la gente tuviera un poco de espíritu navideño la vida podría ser diferente, no habría tanto egoísmo.
—La Navidad está hecha para aprovecharla, para estar en familia porque la vida se va en un instante, en un momento y después ya no tenemos nada qué ver ni qué disfrutar. Ahora que se puede hay que disfrutar la compañía de los seres que amamos.