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Historias de Navidad| Una Navidad sin amargura

CRISTAL BARRIENTOS TORRES

EL SIGLO DE TORREÓN

LUEGO DE TANTOS AÑOS PARA LOS BARRÓN SOBRAN MOTIVOS PARA ESTAR FELICES

Benito trabajó como bracero en los campos de Estados Unidos

TORREÓN, COAH.- Muchas navidades fueron amargas. 45 años de vivir en Estados Unidos y de estar lejos de la familia. Este 24 de diciembre será diferente. Ahora en la casa de la familia Barrón Peña sobran los motivos para estar felices. Atrás quedó la nostalgia y el sufrimiento.

Todo comenzó en 1959 cuando Benito Barrón Camacho decidió cruzar la frontera para trabajar como bracero. Tiempo después a su patrón le gustó cómo laboraba y lo ayudó a conseguir la residencia para poder estar en ese país sin ningún problema legal. Así logró que su esposa Simona Peña se fuera a vivir con él.

Ahora tiene 67 años de edad y ha vivido en diferentes partes de la Unión Americana.

Benito y Simona lograron cumplir su sueño: comprar una casa y darle estudio a sus siete hijos, pero a cambio sacrificaron la posibilidad de ser una familia unida, de ver crecer a sus niños.

Antes de irse a los Estados Unidos pizcaba algodón en el campo de esta ciudad. El sueldo era bueno pero siempre tuvo la ilusión de irse a aquel país.

—Aquí vivimos en el campo pero cuando mis hijos crecieron decidí venirme a la ciudad porque tenían que ir a la escuela y en el rancho nada más había primaria. Compré un terreno y tiempo después construimos nuestra casa.

Los primeros años en Estados Unidos le fue bien a pesar de la nostalgia porque tenía ganas de trabajar. Cuando era bracero le daban contrato por 40 días y aprovecha para regresar a México.

—El trabajo allá es pesado, las rentas son caras y hay que tener automóvil porque las distancias son largas. Se gana mejor que en México pero también hay que gastar mucho.

Simona trata de venir a Torreón lo más seguido que puede porque le duele que su familia no esté unida.

—La vida en Estados Unidos es puro trabajar y pensar en la familia. Es muy difícil, por eso estas fechas representan felicidad para nosotros.

Fueron varias las navidades que tuvieron que pasar lejos de sus hijos porque en el trabajo no les daban permiso para venir a México.

Tanto Benito como Simona siempre procuraron que a pesar de la distancia sus hijos sintieran que estaban cerca.

Lo que más extrañan sin duda es la familia, también la comida, incluso en Estados Unidos procuran ir a la frontera a comprar alimentos mexicanos. Y cuando los embarga la nostalgia tratan de mantener la calma para sufrir menos.

A veces se arrepienten de haberse ido, pero don Benito cree que fue mejor así porque de haberse quedado en México tal vez no hubiera podido darle a su familia lo necesario para no pasar necesidades económicas.

—No tuve la oportunidad de estudiar porque tenía que trabajar en el campo, eso no me gustaba a mí porque soñaba con que mis hijos fueran a la escuela y consiguieran buenos trabajos.

Y el sacrificio de no verlos crecer valió la pena. Todos sus hijos estudiaron y considera que son buenas personas.

—Todo lo que soñé se me concedió. Siempre quise una casa en la ciudad y lo logré, también conseguí que mis hijos estudiaran. Alcancé todas mis metas y me siento realizado. El estudio es la herencia que les voy a dejar a mis hijos porque no crea que dinero, ése no lo tengo.

A pesar de que en Estados Unidos hay festejos al estilo mexicano por las familias migrantes que viven allá, Benito dice que no es lo mismo, por eso las navidades que pasaron lejos de México fueron difíciles.

Algunos de sus compañeros sí preferían dejar el trabajo para pasar esta temporada con sus familias.

—Pero tal vez no tenían compromisos como yo, para mí era más importante juntar dinero para la escuela de mis hijos, por eso me quedaba, además había patrones que nos amenazaban de que si dejábamos el trabajo iban a contratar a otros en nuestro lugar.

Sufrió por vivir fuera de su país, pero tenía muchas ganas de trabajar en los Estados Unidos para lograr sus sueños. Antes nada más venía cada Navidad, ahora por su edad pasa más tiempo en Torreón, incluso ya está recibiendo pensión.

—Ese dinero será suficiente para mantener a mi esposa porque mis hijos ya se valen por sí mismos.

Simona se siente feliz por estar en Torreón y sobre todo porque su familia está unida otra vez.

—Muchas veces me tocó llorar en la Navidad porque no nos daban permiso en el trabajo y nos teníamos que quedar en Estados Unidos sin ver a nuestros hijos, pero ahora gracias a Dios estamos todos juntos y eso es lo más importante.

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