17 noviembre 2003
Roma, (EFE).- Italia muestra hoy su reconocimiento emocionado a los diecinueve compatriotas muertos en el atentado de la semana pasada contra la sede de los Carabinieri en Nasiriya (sur de Iraq) con la masiva y respetuosa afluencia a la capilla ardiente, en la víspera del funeral de Estado.
Los ataúdes de los fallecidos, entre civiles, soldados del Ejército y carabineros, han sido alineados en la Sala de las Banderas del Complesso del Vittoriano de Roma, que alberga hoy la capilla ardiente.
Ese lugar es también el monumento al soldado desconocido, ya que desde hace más de ochenta años está enterrado allí uno de los caídos durante la Primera Guerra Mundial, cuya identidad se ignora.
Desde la pasada madrugada numerosas personas empezaron a concentrarse ante el ingreso al Complesso para ser los primeros en rendir homenaje a las víctimas de Nasiriya.
No obstante, la preferencia la tuvieron las principales autoridades políticas que, encabezadas por el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, acudieron al lugar para mostrar su respecto por los caídos en lo que ha sido el primer atentado de la historia contra un contingente italiano en misiones internacionales.
Recién llegado de una visita oficial a Estados Unidos, Ciampi quiso ser de los primeros en ir a la capilla ardiente, antes de la apertura oficial del recinto a los ciudadanos y no ahorró las lágrimas en algún momento, mientras saludaba a los familiares de todos los fallecidos.
El primer ministro, Silvio Berlusconi, los presidentes de la Cámara de Diputados y Senado, Pierferdinando Casini y Marcello Pera, y otras autoridades civiles y militares desfilaron por el Vittoriano para compartir con las familias un momento de su dolor y buscar palabras de consuelo.
Tras la salida de las autoridades se abrieron las puertas del monumento y se dio paso al público que aguardaba en el exterior en una larga fila que ha llegado a ocasionar problemas de tráfico en el centro de Roma.
Muchas personas llevaban banderas italianas y de la paz, aunque el silencio era la nota dominante del paso de todos esos ciudadanos anónimos ante los diecinueve féretros, cubiertos asimismo con la enseña nacional tricolor.
La prensa subraya el dramatismo del momento con imágenes que muestran a los fallecidos como héroes, en medio de un clima que hace prever una respuesta masiva a la invitación de las autoridades a mostrar su respeto por las víctimas, incluido el Ayuntamiento de la capital, que ha pedido a los romanos que cuelguen banderas nacionales de los balcones.
La previsión es que la afluencia enorme obligará a mantener abierta la capilla ardiente toda la noche, hasta que mañana martes por la mañana se cierre para permitir que se desarrolle el funeral de Estado.
Un cortejo recorrerá gran parte de la capital italiana hasta llegar a la Basílica de San Pablo Extramuros, donde se celebrará ese acto religioso.
Al mismo están de nuevo invitadas las autoridades civiles y militares más importantes del Estado, incluido Carlo Azeglio Ciampi, mientras los ciudadanos podrán desplegarse a lo largo del recorrido desde el Vittoriano hasta el templo.