10 de diciembre de 2003
México, (EFE).- Decenas de miles de peregrinos de todo México comenzaron a llegar a la capital para conmemorar, el 12 de diciembre, el 472 aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe ante el indígena Juan Diego.
Patrona de México, emperatriz de las Américas, madre de los huérfanos, morenita del Tepeyac, entre otros títulos, marcan la pasión por esta Virgen, cuya Basílica, que recibe anualmente a unos 14 millones de peregrinos, es el lugar religioso más visitado del mundo después de La Meca.
Mexicanos procedentes de todos los puntos del país llegan a la Basílica en autobuses, camiones, bicicletas o a pie, tras una peregrinación de varios días, portando estandartes con la imagen de la Virgen que, según la tradición, se apareció tres veces al indio Juan Diego en el Cerro de Tepeyac en diciembre de 1531.
Según la tradición católica, la Virgen pidió a Juan Diego que llevara al obispo fray Juan de Zumárraga el mensaje de que se le construyera un templo en ese lugar, el cerro del Tepeyac. La conquista española se había concretado diez años antes y en ese lugar los aztecas adoraban a una de sus diosas, Tonatzin.
En la última de las apariciones, para convencer al incrédulo obispo, quedó estampada la imagen de la Virgen en la tilma (especie de poncho) que usaba Juan Diego.
Esa tilma, uno de los símbolos más venerados de México, está celosamente guardada en la Basílica de Guadalupe.
En la última de las visitas de Juan Pablo II a México, en julio de 2002, justamente para la canonización de Juan Diego, el Papa -ya con serios problemas de salud- fue elevado en una tarima especialmente construida para que pudiera orar frente a la imagen de la Virgen.
Algunos estudiosos la relacionan con la Virgen de Guadalupe de la provincia española de Extremadura, región de la que procedía Hernán Cortés, que dirigió la conquista del imperio azteca.
En la imagen, tras la Virgen se ve un resplandor luminoso entendido como rayos de sol y, para algunos, se interpreta que viene de Oriente, el que era el punto más importante para los indígenas porque ahí se originaba la vida.
Juan Diego fue venerado por los indígenas en su tumba desde tiempos inmemoriales. Sus restos fueron retirados y sepultados en otro lugar para ser devueltos nuevamente, en 1649, a su enterramiento primitivo.
Desde 1952 una estatua suya, realizada en bronce por el artista mexicano Guadalupe Martín del Campo, preside la plaza de la basílica de Guadalupe, situada al norte de la capital mexicana.
Las celebraciones se iniciarán cerca de la medianoche del jueves, cuando centenares de mariachis acompañarán a los artistas en las tradicionales "mañanitas", las interpretaciones de la "Guadalupana" y las oraciones cantadas que le regalan a la Virgen.
La extraordinaria devoción de los mexicanos por la Virgen les lleva a colocar pequeños altares con su imagen en los lugares más inverosímiles, como las puertas de los prostíbulos, las cantinas, los subterráneos, los mercados y, por supuesto, los coches, las paradas de taxi y los autobuses.