EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Hora cero/El chance del PRD...

Roberto Orozco Melo

El Partido de la Revolución Democrática intenta alcanzar una mejor posición como alternativa de izquierda en la vida pública nacional, si logra reforzar su militancia con políticos que acepten su plataforma de principios.

Nada extraño sería pues el PRD fue engendrado por un fenómeno de cariocinesis política. Sus fundadores fueron destacados miembros del Partido Revolucionario Institucional y lo dejaron para formar una corriente de disidencia cuando ya no se sintieron a gusto ante la abdicación del PRI a sus raíces ideológicas. Desde 1981 el PRI mostraba inclinación hacia un conservadurismo sustentado en las teorías neoliberales y globalizadoras cuya meta era el enriquecimiento de los grandes empresarios, a pesar y sobre las necesidades apremiantes de las clases más necesitadas.

La Alianza Democrática nacida de esa separación significó una esperanza para millones de mexicanos que descreían del PRI, debido a la designación autoritaria de sus candidatos a cargos de elección con un perfil empresarial -así los querían- ignorando a militantes convencidos de la ideología priista, pues constituían un riesgo para los planes economicistas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyos personeros eran Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, entre otros muchos.

Toda organización política requiere, sine qua non, de un líder cuyo carisma, convicciones, crédito político y fuerza popular la conduzca a una completa realización, simbolizada en el triunfo electoral. Entre los priistas desconsolados destacaban dos pioneros: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo, quienes habían tenido protagonismos importantes en el PRI y decidieron abandonarlo antes de ser expulsados, como se empezaba a propalar. Después surgirían otros políticos de izquierda que aprovecharon el resquicio para incorporarse al nuevo proyecto de tendencia socialista, después habían fracasado otros intentos como el PPS, el PST y el PC. El más brillante entre varios de valía intelectual e ideológica, fue el ingeniero Heberto Castillo. Su afiliación a la nueva corriente y su voz orientadora, junto a las opiniones de los otros grupos políticos liberales, hizo nacer una Alianza Democrática ­las elecciones presidenciales estaban encima, no había tiempo para más- la cual resultó estimulante en la vida pública pues tuvo presencia competitiva en las elecciones presidenciales de 1988, Cuauhtémoc Cárdenas fue el candidato idóneo en esa lucha. Los candidatos del PRI y del PAN fueron Carlos Salinas de Gortari y Manuel Clouthier, respectivamente.

Miguel de la Madrid, presidente que todo lo podía -tanto o más que sus predecesores- ordenó que se “cayera el sistema” que iba a contar los votos de los comicios para dar tiempo de hacer milagros a los alquimistas del PRI. Así ganó Salinas, aunque las concentraciones populares de las campañas del PAN y del PRD evidenciaban un gran avance democrático; pero el ex secretario de Programación cabildeó con quienes podían hacerle triunfar: los Obispos católicos, a los que prometió la reforma del artículo 130 constitucional y todo lo que ella implicaba a cambio de su apoyo. Y los empresarios, a quienes bien pudo decir: espérenme tantito y ya verán que, por lo que a ustedes toca, todo se va a componer.

Y todo se les compuso. Clouthier moriría poco después en un accidente automovilístico y Cárdenas dedicaría su esfuerzo, y los de sus correligionarios, para estructurar al Partido de la Revolución Democrática, participar en las elecciones federales y locales intermedias, y repetir en 1994 como aspirante a la Presidencia de la República. Y no sólo eso: en 1999 sería, de nueva cuenta, candidato al cargo que el PAN ganó el dos de julio del año 2000 para el actual Presidente, Vicente Fox Quesada.

A cuatro años vista, empieza a moverse en el PRD la ambición de sus líderes más destacados en busca de la candidatura presidencial. La quiere Rosario Robles Berlanga, nuestra distinguida paisana; también la desea el controvertido gobernador del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, quien aspira a vivir seis años en Los Pinos. Y obviamente, -¿por qué no?- Cuauhtémoc Cárdenas, que no solamente anhela ser candidato una vez más, sino emular en tanto sea posible la hazaña electoral del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, cuyo reciente discurso en Davos, Suiza, ha abierto la puerta a una probable contemporización entre el goloso capitalismo mundial y la angustiosa realidad social en los países subdesarrollados.

El Partido de la Revolución Democrática aglutina a varios mexicanos de pensamiento social, progresistas y nacionalistas; atributos no vistos en nuestra vida pública desde 1982. Hoy día la vida del país se hace depender del más rabioso neoliberalismo económico, que todo deja al libre fluir de las fuerzas del mercado y suspende los beneficios para la sociedad hasta que se cumplan las metas de la macro economía, lo cual nadie sabe cuándo sucederá.

El pueblo necesita en el Congreso de voces que arguyan por sus causas sociales y económicas, que defiendan sus intereses y presionen para que el Estado vuelva a poner los ojos en los estratos demográficos de la necesidad, donde hacen falta empleos bien remunerados, atención educativa y de salud, defensa de sus derechos humanos, hábitat decoroso y accesible y sobre todo justicia, en el más restringido y el más amplio de sus conceptos: justicia ante la ley y ante la vida.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 18601

elsiglo.mx