Reuters
PARÍS, FRANCIA.- El primer ministro de Francia, Jean-Pierre Raffarin, presentó ayer al parlamento un polémico proyecto de reforma al sistema de pensiones, mientras los trabajadores del sector público llevaban a cabo una huelga que paralizó a la mayor parte del país.
Decenas de miles de empleados públicos realizaron manifestaciones en las calles de París y de la mayoría de las ciudades francesas, exigiendo que los sindicatos participen en la elaboración de un nuevo proyecto de reforma.
Mientras tanto, la tercera huelga nacional en un mes paralizó casi completamente el transporte público y creó un caos en el tráfico en la capital francesa y en muchas ciudades del interior del país.
Los sindicatos franceses rechazan los planes del gobierno para que los trabajadores coticen durante más tiempo antes de tener derecho a la totalidad de las pensiones públicas de jubilación.
La mitad de los trenes del país permanecieron parados y los viajeros se enfrentaron a nuevos retrasos, mientras que en las carreteras hubo atascamientos debido a que los camiones de carga también detuvieron sus actividades.
El primer ministro, en una comparecencia ante la Asamblea Nacional —la cámara baja del parlamento francés— dijo que “con los cambios demográficos, cada vez hay menos personas que pagan sus contribuciones al sistema de pensiones y cada vez hay más cobrando de sus exiguos recursos. Esta es una reforma necesaria y todo el mundo lo sabe”.
Raffarin explicó que “sin la reforma, necesitaremos 43 millones de euros en el 2020 y más del doble de eso para el año 2040 a fin de poder salvar nuestro sistema de pensiones. Esta reforma producirá 18,000 millones de euros”.
El ministro quiere que los empleados públicos trabajen 40 años antes de tener derecho a una pensión completa, como los empleados del sector privado.
Los empleados públicos trabajan 37.5 años y tienen derecho a cobrar una pensión completa.
La huelga de ayer en el transporte público —a la que se unieron los trabajadores de los correos, bancos, puertos y telecomunicaciones, así como los empleados de los hospitales y la policía— fue el cierre de una semana de paros esporádicos del transporte en París.
El transporte público resultó gravemente afectado en París y Marsella, y quedó interrumpido parcialmente en Toulouse, Burdeos, Niza y Lyon.
En el sector educacional, la quinta parte de los maestros se unió a la huelga, mientras que en la aviación, la mayor parte de los vuelos internacionales operaron con normalidad, con tan sólo algunos atrasos.
En París, Marsella, Rouen y Nantes los empleados del sector público realizaron gigantescas manifestaciones callejeras.
Las huelgas son una amenaza grave para el gobierno de centro derecha, que tiene apenas un año en el poder. Una serie de paros nacionales frustraron en 1995 el último intento de un gobierno conservador de reformar el sistema de pensiones en Francia y al final lo llevaron a su caída, en 1997.
El operador de los ferrocarriles nacionales franceses, SNCF, dijo que cerca de la tercera parte de su personal se había unido a la huelga.
Las autoridades de tráfico contaron a las ocho de la mañana, hora local, un total de 300 kilómetros de atascos en las entradas a París.
“Estoy harta de esta huelga”, dijo la turista alemana Kirsten Paffratch mientras esperaba un tren en la estación de la Gare du Nord para regresar a su país.
“Viajamos a París para unas vacaciones de tres días, durante este fin de semana, pero con el servicio del metro interrumpido, tuvimos que caminar mucho. Es increíble”.
Algunos trenes que debían entrar y salir de la Gare du Nord en París tuvieron que retrasar el servicio luego de que empleados de los ferrocarriles colocaron antorchas encendidas en las vías, creando espesas cortinas de humo que impedían la visibilidad.
Mientras se llevaban a cabo conversaciones entre el ministro de Educación, Luc Ferry, y los representantes de los sindicatos sobre una reforma del sector que dejaría la responsabilidad de contratar los maestros a las autoridades locales —en lugar de hacerlo el Ministerio de Educación—, los profesores efectuaron su undécima huelga en este año académico.
El sindicato de maestros prometió continuar las protestas, pero pidió a sus miembros que eviten sabotear los exámenes finales de los alumnos del último año de secundaria, que comienzan el jueves, como algunos docentes dijeron que harían.
El gobierno francés anunció que tomará todas las medidas necesarias para garantizar la celebración de los exámenes, incluida la presencia de fuerzas de seguridad en las escuelas.