EL PAÍS
LA HABANA, CUBA.- Que los cubanos inventan, es sabido. Y que, para muchos habitantes de esta isla socialista, cualquier objeto que flote es bueno para viajar clandestinamente a Miami, también es de sobra conocido. Sin embargo, lo que ocurrió la semana pasada en el estrecho de la Florida superó cualquier ficción y dejó perplejo al Servicio de Guardacostas de Estados Unidos: a 40 millas de Cayo Hueso, una docena de cubanos fueron interceptados cuando navegaban a ocho nudos (13 kilómetros) por hora en un viejo camión Chevrolet transformado en vehículo anfibio.
Los originales balseros no sólo aplicaron su ingenio para convertir el Chevrolet del año 1951 en una embarcación, sino que le adaptaron una hélice a su motor original e hicieron del volante un timón. El camión, de color verde, tenía hasta toldilla en su parte trasera para que los tripulantes no cogieran demasiado sol. La camioneta-motora flotaba gracias a varios bidones de 250 litros que los emigrantes amarraron a babor y estribor, a modo de catamarán.
Quien haya viajado a Cuba en varias ocasiones sin duda habrá escuchado cuentos fabulosos de inventos para abandonar la isla. A un servidor le contaron cómo, al triunfo de la revolución, un guajiro le puso aletas a su caballo y se lanzó con el al mar, con flotadores y las alforjas cargadas de heno; también, el de una familia que preparó un Wolksvagen escarabajo como submarino. Por supuesto, tales historias sólo eran posibles en la mente calenturienta y florida de los habitantes de esta isla mágica, pensaba uno. “Pero después de lo visto, uno ya no sabe”, comentaba un empresario español en La Habana, haciendo notar que la distancia más corta entre Cuba y los primeros cayos de la Florida es de 90 millas (145 kilómetros).